Diario ampliado del Padre Pedro Font

Colonizing Expedition, 1775-1776


Monday, April 1, 1776 EN -- Dia 1. De Abril. Lunes. Dixe missa. Amaneció el dia muy cubierto de neblina bastante humeda, pero no sentimos frio, y parece que es esta tierra mas templada, y aun en adelante mas segun el calor que oy sentimos en la jornada, que junto con la plaga de mosquitos zancudos que desde el parage de este arroyo empezaron á picarnos, y nos persiguieron todo el camino hasta el parage en donde paramos, especialmente en los baxios, y en los arroyos con las arboledas, quasi se pudiera reputar por tierra caliente. La neblina siguio hasta media mañana, y despues fue despejando, y quedó el cielo sereno, y con el sol algo caliente. El camino fue vario, ya llano, ya de lomas, pero todo el terreno muy verde y florido, y con abundancia de lirios. Salimos del Arroyo de la harina á las siete de la manana, y á las quatro y media de la tarde paramos en un Arroyito de muy poca agua, cerca la Bahia, y como á una legua antes de llegar á la Boca del Puerto dulce, haviendo caminado unas catorze leguas, con el rumbo, como nueve al oestnoroeste; luego unas tres al noroeste, y al noroeste quarta al oeste, subiendo y baxando por lomas, que desde aqui empiezan á formar la Bahia; y lo restante al noroeste; y nornoroeste, y algo al norte culebreando todo este tramo por las lomas dichas. El camino fue siguiendo las lomas de la serrania que dixe dia 8. de Marzo, la qual en todo lo exterior tiene muy pocos arboles, excepto un manchon de pinabetes que tiene enfrente la Boca del Puerto, aunque en lo interior tiene mucho bosque y es bien quebrada, segun la vimos á la buelta quando la atravessamos; y en la boca de Puerto dulce, en donde acaba, remata con una especie de lomas bastante altas y muy redondas. A las dos leguas llegamos á un arroyo de poca agua, y de caxa muy profunda y emboscada de alamos, encinos, y laureles, y otros arboles, y lo passamos al pie de la loma rodeando algo; y antes de passarlo vimos quatro ossos en una ladera, que por la cuenta hay bastantes tambien por aqui pues vimos varios Indios notablemente senalados de mordidas y arañadas de ossos. Como a dos leguas mas passamos un arroyito sin agua, y quasi sin ningun arbol, y a poco subimos una loma, que está en derechura de la tierra firme y llana que va para un bosque bastante tupido de robles y encinos que está á orillas del estero y quasi aislado con dos brazos de él, y desde alli demarqué dicho bosque, y los dos brazos del estero, cuya demarcacion pongo á la buelta de esta hoja: y luego al baxar de la loma passamos otro arroyo quasi sin arboles, y con unos charquitos de agua que no corria, y este parece ser el arroyo que el P. Crespi llamó el Arroyo del bosque, el qual desagua en el extremo de un brazo del estero. Seguimos el camino por lomas, y baxiox, y passamos otros dos arroyos con poca agua y caxa profunda, y con bastante arboleda, y el segundo tiene mas, y van á salir á un recodo que hace el brazo del estero de esta banda. Despues entramos en un llano, y en el passamos dos arroyos pequeños sin agua: desde este llano divisamos bien la Boca del Puerto, y quando la punta del cantil colorado de la parte interior emparejo con la punta exterior de la Boca, miré á que rumbo corrian, y vi que corrian al oeste con alguna declinacion al sur, y me parecio que el estero tendrá de ancho delante de la boca unas quatro leguas, y el camino iva apartado de él como dos leguas. Luego passamos un arroyo con alguna alameda corta, y muy poca agua que parece ser este el arroyo que le llamó el P. Crespi, de la Bocana. Arroyo abaxo hay un monte ó espessura no grande, y haviendo, visto rastro de los ciervos grandes que señalan en el suelo la pesuña quasi como la res, fueron los Soldados á buscarlos al monte, y aunque hallaron, no pudieron coger ninguno. Luego seguimos por tierra llana con alguna lomita, y por aqui vimos á un Indio que estaba en el llano, y luego que nos vio tuvo tal miedo, que se subio por una loma corriendo, y se escondio detras unas peñascos. Subimos despues por unas lomas, y llegamos á un arroyo algo profundo, y con arboleda y poca agua, y á su orilla vimos una rancheria despoblada. De aqui seguimos ya por llano, ya por lomas, y nos salieron al camino siete Indios, á quienes dio abalorio el Sr Comandante, y nos siguieron hasta el arroyo siguiente, que no estaba muy lexos, y lo passamos con algun trabajo por tener la caxa muy profunda con bastante arboleda de encinos, alisos, y otros arboles, y aqui llegamos á una rancheria, en donde vimos como veinte y tres Indios, y unas siete Indias, que las demas estaban al monte á buscar tule, yerbas, y raizes de las que comen, á los quales el Sr Comandante regaló abalorio, y ellos estuvieron muy contentos y cumplidos, y nos regalaron cacomitos so assados ó tatemados. Demarqué en el camino la isla grande que hay por este lado y bien larga, muy pegada á tierra, desde cuyo remate empieza la Bahia grande; y desde aqui caminamos al noroeste por lomas subiendo y baxando, y despues de haver passado dos arroyitos ó tres sin agua, llegamos á un arroyo de muy poca agua, en cuya orilla hallamos una rancheria mediana, cuyos Indios, y Indias estuvieron muy contentos de vernos, y cumplidos, y nos regalaron muchos cacomites, que es una cabezita ó raiz quasi redonda y algo chata del tamaño y figura de una bala algo aplastada, y tambien una buena ensarta de amole tatemado, que es otra raiz á modo de cebollita algo larga, todo bien assado ó tatemado, de lo qual comi, y me supo bien, y el Sr Comandante les regaló abalorio. Es el amole su mas ordinaria comida, el qual sabe un poco como á mezcal, y es lo que mas abunda, del qual estan llenos los campos de por alli. Seguimos adelante el camino por lomas y cañadas, y haviendo passado un arroyo chico, paramos en el Aroyuelo siguiente. Este parage está como á una legua antes de legar á la Boca del Puerto dulce, ó desemboque del que llamaban Rio grande de San Francisco, al qual deseaba yo mucho ver, y al cabo no lo vi porque no hay tal rio, como dixe mañana. Luego que paramos nos vinieron á ver treinta y ocho Indios sin armas, de paz y muy contentos de vernos, los quales primero se fueron deteniendo y sentado en una lomita cerca del real, y luego vino uno y tras de aquel otro, y assi fueron desfilando todos, á modo de rebaño de cabras saltando y hablando, hasta que vivieron todos. Estuvieron muy comedidos trayendo leña, y muy habladores, y con un lenguaje de mucha algarabia, que nada les entendimos: andan desnudos como todos, pero nada blancos, sino como todos los que vimos en todo este camino, y muy pocos barbados, y estos no tanto como los que vimos al otro lado, y cerca la Boca del Puerto: y despues que estuvieron un rato con nosotros, los despedimos y les significamos que fuessen á traer pescado, lo que parece entendieron bien con dos anzuelos que les di, pero no traxeron nada, ni hicieron mucho aprecio de los anzuelos, porque su modo de pescar es con redes. Desde el parage se oia algo el ruido del mar, como que en la Bahia rebientan algo las olas en la playa, aunque no cosa mayor. Desde una loma alta antes de llegar al parage estuvimos mirando la Bahia, que desde alli se descubre lo mas de ella, y vi que está rodeada de lomas y serrania por todas partes, excepto una abra grande que cae como al oeste quarta al noroeste; en donde por un buen trecho corre una lengua de tierra baxa, detras de la qual ó mas allá se divisaba blanquear como agua, y se estendia hasta otra serrania, que á lo ultimo y muy lexos se veia azulear. Yo discurri si tal vez por aquella parte tendria comunicacion la Bahia con el Puerto de Bodega, que por las corrientes que experimentó en él el Sr Capitan Dn Juan de la Quadra quando estuvo alli, no pudo distinguir si era mar o rio, y dicho puerto no cae muy lexos de la Bahia por esse rumbo, segun entiendo: pero esto no es mas que conjetura.

Tuesday, April 2, 1776 EN -- Dia 2. Martes. Dixe missa. Estuvo la noche con muy poco frio, y serena, y amanecio un dia muy claro y hermoso, que siguio todo el dia y con algun calor, que lo temperaba lo fresco del noroeste, que soplaba suave. Salimos del Arroyito á las siete de la mañana, y passamos por una Rancheria, á la qual nos convidaron que fuessemos unos diez Indios, que vinieron al Real muy de mañana cantando, y nos recibieron los Indios de la Rancheria, que regulé de unas quatro cientas almas, con singulares demonstraciones de alegria, cantando, y baylando. El modo con que nos convidaron fue este. Al salir el sol vinieron los diez Indios unos tras de otros cantando y baylando, y uno llevaba el son haciendo musica con un palito algo largo y rajado por medio, que lo sacudia contra la mano, y sonava tal qual como castanuela. Llegaron al Real y prosiguieron su canto y bayle un poco, y luego pararon el bayle dando todos á compas una patada y una sacudida de cuerpo, y diciendo igualmente y seco: Ha, Ha, Ha. Luego se sentaron en el suelo, y nos significaron que nos sentassemos tamien, y nos sentamos frente a ellos el Sr Comandante, Yo, y el Sr Proveedor; y luego levantose uno, y regaló al Sr Comandante un hilo de Cacomites, y se bolvió a assentar: á poco se levanto, y me regaló otro hilo de cacomites, y bolvió á assentarse; y de este modo nos fueron haciendo su regalito, y otro Indios me dio una raiz muy grande de chuchupate que empezaba á comer, y me dixo por señas que era cosa buena. Concluido este cumplimento nos combidaron á que passassemos a su rancheria, significandonos que estaba cerca, por lo qual el Sr Comandante condescendió en darles este gusto: y luego que empessamos á caminar siguieron ellos acompañandonos con su canto y bayle, el qual les interrumpi cantando el Alabado, como lo haciamos todos los dias al empezar la jornada; y luego que acabé prosiguieron ellos con mas eficacia y en tono mas alto su canto y griteria, como que nos querian corresponder á nuestro canto. A poco andar llegamos á la Rancheria, que estava dentro una cañada á orillas de un arroyo pequeño, y nos recibieron los Indios con una algazara indecible: salieron tres á la entrada de la rancheria con unos palos largos con plumajes al remate, y con unas tiras largas y angostas de piel con su pelo, que me parecieron de conejo, á modo de pendon, que es su señal de paz, y nos encaminaron al medio de la rancheria en donde hacia un plano á modo de plazuela, y luego empezaron á baylar con otros Indios de alli con mucha bulla y algazara: poco despues salio una India algo vieja y delante de nosostros, que estabamos á cavallo sin apearse nadie, se puso á baylar sola haciendo sus mudanzas muy significatibas de contento, y á ratos paraba y nos hablava haciendonos acciones con la mano como dandonos la bien venida. Al cabo de poco dixo el Sr Comandante que ya bastaba, regaloles abalorio á todas las mugeres, y ellos nos regalaron de sus cacomites, y nos despedimos de todos para seguir nuestro camino, y se quedaron al parecer como tristes de que nos fuessemos; y á mi me enterneció el ver aquella alegria con que nos recibieron estos pobres Indios, cuyo color, y demas qualidades de desnudez, poca barba, &c. son como los vistos hasta aqui, y lo mismo son los que vimos adelante, y unos tienen cabello largo, otros corto, y algunos barba algo larga y crecida. Caminamos como una legua larga al norte, y nordeste, y á las nueve llegamos á la orilla del agua, y muy cerca de la Boca del Puerto dulce para adentro, senalado en el mapa con la letra I. tenido hasta ahora por rio grande, que no lo es, segun los experimentos que hicimos, y razones que dixe. Aqui determinó el Sr Comandante detenernos hasta despues de medio dia para poder observar la altura de este parage. Desde que llegamos á la orilla del agua entramos en duda de que fuesse rio, porque no le notamos corriente, ni tenia el agua mas movimiento que el que observamos en la Boca del Puerto de San Franciso, en donde le notamos un movimiento muy suave y dissimulado, causado sin duda de la marea. A mas de esto no notamos en la margen señal alguna de creciente, ni menos basura ó palizada, que era natural traxesse en sus crecientes si fuesse rio, y mas rio tan caudaloso. Y aunque se quisiesse decir, que el no traer basura es porque su origen no sera de muy lexos, y que passa por tierras limpias, de donde no puede sacar palizadas y otras cosas por no haverlas: á lo menos se deberia conceder que havia de tener crecientes, y si las tuviera, dexaria señales de ellas en sus margenes: pero estas se ven sin señal alguna; y sus playas, en algunas partes, donde las tiene, son como las que vimos en el Puerto. Es pues este Puerto dulce un golfo de agua dulce encerrada en un caxon de lomas medianamente altas por un lado y otro, que corre quasi al este por espacio de unas seys leguas, y despues se ensancha muchissimo en unos immensos llanos, de los quales hablare mañana, y passado manana. Sus margenes son muy acantiladas en partes, y en partes forma una corta playa, en la qual cerca la Boca havia grandes rimeros de Almeja de agua dulce. Las lomas que forman este caxon estan sin arboles, pero con bastante zacate las de este lado, y las del otro lado se veian algo peladas, con poco zacate, y de tierra de color algo roxo. Probé el agua, y la encontré salada, aunque no tanto como la del mar afuera. Vimos alli unas Lanchas de tule muy bien hechas con sus proas ó puntas algo mas levantadas, que cerca la orilla havian dado fondo con unas piedras por anclas, y en medio del agua estaban unos Indios en una pescando; que en todo este golfo del Puerto dulce logran los Indios gran pesca de excelentes pescados, y entre ellos el Salmon riquissimo, y en abundancia. Vi que pescaban con redes, y que atrancaban la lancha con unos palos delgados y muy largos; pero en el modo de atrancarla me confirmé la sospecha ó juicio, que ya me havia hecho, de que la agua no tenia corriente para la Bahia, pues reparé que atrancaban la lancha contra la parte de arriba, y mirando para la parte opuesta á la Boca, lo que parece havia de ser al contrario si el agua corriesse para abaxo. Visto que con dichos palos atrancaban la lancha, es natural que llegassen al fondo; por lo qual medi uno de dichos palos, y hallé que tenia onze varas y media de largo: conque quitando un buen pedazo que queda fuera del agua de la lancha para arriba, del qual están asidos los Indios pescadores, regulé por esta congetura que tendria el agua unas nueve ó diez varas de fondo, y sus aguas están muy quietas y sossegadas. Otra prueva voy á dar de que aquella agua no tenia corriente para la Bahia. Los Indios que estaban pescando, entre otros pescados que cogieron, sacaron dos muy grandes como de dos varas de largo, y el modo de sacarlos fue; que assi que sintieron que el pescado estaba dentro la red, que estaba amarrada de los dos palos, por la fuerza que hizo, fueron subiendo poco á poco uno de los palos, y luego que el pescado con la red se assomó, sin sacarlo del agua le dieron con una porra muchos golpes en la cabeza (una vez conté quinze golpes de seguida, y otra veinte y tantos) y ya que estuvo muerto y perdió la fuerza, lo sacaron de la red, y lo metieron dentro la lancha. Llamamos á estos Indios para comprarles el pescado; y aunque al principio no nos hacian caso, luego que el Sr Comandante les enseñó un pañito de narizes pintado vinieron á la orilla á toda prissa. Sacaron los dos pescados muy grandes, que no supe conocer si eran de los que llaman Tollos, aunque me lo parecieron por la echura, pues tenian la cabeza bien grande, ojos pequeños, la boca pequeña y á modo de tubo, que sacaba y recogia para adentro, el cuerpo sin escama, el cuero gordo con unas manchas como estrellitas y otras figuras causadas de unos huessitos entre cuero y carne que tenian, la carne muy blanca y gustosa, sin espinas, y con unos huesos espongiossos a modo de tendones. Ofrecioles el Sr Comandante abalorio por ellos, pero no lo quisieron recebir de ningun modo, y solo querian venderlos por ropa; que no vi en ninguna parte Indios como estos tan deseosos de ropa, y tan codiciosos de ella, que mas querian qualquier trapo que todo el abalorio, cosa que otros aprecian tanto, y me admiró. Por fin el Sr Comandante no quiso darles ropa, y entonces un Soldado les compró uno por un trapo viejo de cotense que les dio; pero antes de entregarselo le sacaron del buche la hueva, y una tripa á modo de bolsa, y alli mismo se comieron cruda la hueva, y metieron en la tripa la que les sobró, y luego se fueron á comerse el otro pescado, que lo despacharon breve, porque hicieron un poco de lumbre y lo pusieron en ella, y á poco rato que apenas estaba caliente, se lo comieron assi quasi crudo como brutos: y el Soldado medio un pedazo del suyo, y assi comimos de el. Ahora viene la prueba: luego que los Indios se comieron el pescado, se metieron en su lancha, y otros se metieron en las otras que estaban cerca de tierra, y levantando anclas, que eran las piedras amarradas de un cabo, se fueron al otro lado del agua con gran facilidad, serenidad, y presteza, de modo que solo en medio vimos que remaron un poco, y fueron á salir á la parte opuesta un buen trecho mas arriba respecto de este lado de donde havian salido, lo que parece havia de ser al contrario si el agua tuviesse corriente, porque es natural que si el agua corriesse para la Bahia por bien que remassen havian de salir al otro lado mas abajo de este lado de donde salieron.Desde un altito immediato al agua, y distante de la Boca como un quarto de legua para arriba, observe lo ancho de la Boca, y por la observacion que hize calculé que tendrá poco menos de un quarto de legua de ancho. En la Bahia, y enfrente de la Boca hay una isla, que tendrá de largo mass de una legua de este á oeste, y como un quarto de legua de ancho, y está cerca la dicha Boca, no de medio á medio, sino declinada á la banda del norte, de modo que hace la figura como si partiesse esse golpe de agua en dos brazos uno mayor que otro: todo lo qual obsevé con el Grafómetro de este modo. Plante el Grafometro en el altito como un quarto de legua apartado de la Boca, desde el qual se descubria toda, y mirando por las pinulas una y otra punta de ella, me señaló la alidada quarenta grados de claro repartidos en este modo: seys desde la punta del otro lado á la isla diez y nueve de la isla á la punta de este lado, y estos veinte y cinco grados eran de la agua como dividida en dos brazos; y los quinze grados restantes ocupaba la isla que se veia medio algo fuera de la Boca para la Bahia. El caxon del agua corre para el este no recto, sino formando recodos y calas, y su anchor en substancia es el mismo que el de la Boca hasta unas tres leguas para arriba, que despues ya empieza á abrirse mas. En este mismo parage observé su altura, y lo halle, sin correccion en 37°.56'.1/2. y con correccion en 38°.5'1/2. Y assi digo: En la Boca de Puerto dulce, dia 2. de Abril de 1776: Altura meridiana del bordo inferior del sol: 57°. Despues de medio dia salimos de la Boca del Puerto dulce, y á las cinco de la tarde paramos en la orilla del Arroyo de Santa Angela de Fulgino, haviendo caminado por todo unas siete leguas largas. El rumbo de las seys de esta tarde fue, dos leguas al este por lo alto de las lomas pegadas al agua, y una al estsudeste por una cañada arriba, que tenia algunos robles y arboleda, por la qual bolvimos á salir á lo alto de las lomas immediatas al agua. Desde esse alto vimos que el agua aqui hace un recodo de este lado, y se ensancha como otro tanto que en la Boca, y que en la margen del otro lado, en derechura de este parage, sobresale un poco una punta de tierra, y cerca de ella tiene un peñasco ó Farallon dentro del agua. Mirando para el nordeste vimos un immenso llano sin arboleda alguna, para donde se estiende mucho el agua formando en él varias isletas de tierra baxa; y al fin del otro lado del llano tan estendido, y como á distancia de unas quarenta leguas divisamos una gran Sierra Nevada, cuyo rumbo me pareció correr de sursudeste á nornoroeste. Baxamos de lo alto de las lomas, y haviendo caminado como media legua al nordeste, caminamos unas tres leguas al estsudeste hasta parar en el Arroyo. Esta tarde desde lo alto de las lomas vimos al otro lado del agua algunos Indios que nos gritaron; y despues que baxamos de ellas al llano nos salieron al camino varios que nos parecieron festivos, alegres, y buenos, y estuvieron muy habladores siguiendonos hasta el parage, pero despues hize de ellos otro concepto. Acudieron al Real muchos Indios, que por la cuenta eran de una Rancheria no lexos de alli, que aunque manos al parecer, estuvieron algo impertinentes, y se acreditaron algo de ladrones, en especial en orden á ropa, á la qual se inclinaban y tiraban mucho, manifestandose deseosos de adquirirla y posseerla. Ellos se manifestaron algo retobados, y ladrones, de modo que se les quitaba un hurto de las manos, y hurtaban otra cosa, y no bastaban ojos para atender y cuydar las cosas, por lo qual se tomó el expediente de echarlos del real y despedirlos con buen modo, pero no valio; y hasta uno se medio desvergonzó con el Sr Comandante, que hasta entonces havia tenido bastante paciencia con ellos, por lo que, medio enojado, le cogió un palo que traia en las manos, y le dio un golpecito, y le tiró el palo lexos, con lo qual se fueron todos hablando mucho, y metiendo mucha algarabia, que yo sospeché si era cosa de amenazarnos. Algunos vinieron á vernos con su arco y flechas, que lo tenian todo muy curioso y bueno, el arco de buena madera, chiquito y guarnecido con nervios como los vimos en la Canal, y las flechas de varitas muy lisas y bien hechas, y con pedernales transparentes muy agudos; y uno vino con una cabellera colgada de un palo, que no me parecio bien, y me olia á cosa de guerra. A lo que mas se tiraban estos Indios era á la ropa; y al fin algo se halló á faltar despues que se fueron, porque ellos por acreditarse de ladrones, de qualquier cosa echaban mano, y hallamos menos el molinillo de batir chocolate, y una faxa con que el Sr Comandante amarraba la cola de su cavallo; por lo que hize mal concepto de estos Indios. Compraron los Soldados quatro pescados de algo mas de una vara de largo, y como de una tercia de ancho, que á primera vista no los conocimos, pero al abrirlos, y mas despues quando los comimos, conocimos que era Salmon mucho mas tierno, gordo, y regalado, que el que comimos en la Mission del Carmelo, que tal vez por tener aqui tanta agua dulce, se cria de mayor cuerpo y mas gordo y sabroso. Oy nos molestaron algo en el camino los mosquitos zancudos. El Arroyo de Santa Angela de Fulgino está en un llano de bastante extension, y bien poblado de robles, y otros arboles; y no seria mal parage para Poblacion, como dixo en su diario el P. Crespi, si el arroyo fuesse permanente, que parece no lo es, pues lo hallamos sin corriente, y solo con unos charquitos de poca agua, y no muy buena. Este parage dista de la ribera del Puerto dulce, ó de la agua dulce, algo mas de una legua; y está el llano por aquella parte circuido de una lomeria mediana; y por la parte contraria tiene una sierra bien alta, y de bastante arboleda, que por la cuenta es la misma que remata en la boca del Puerto dulce, y despues atravessámos, de la qual hablé dia 8. de Marzo, la qual al passo que es muy larga, es tambien muy gruessa, y encierra algunos valles no muy grandes, y uno de ellos es el Valle de Santa Coleta, que assi le llamaron en el viage del Sr Fages, por el qual atravessaron quando se bolvieron, y está al otro lado de dicha sierra que se mira desde este paraje.

Wednesday, April 3, 1776 EN -- Dia 3. Miercoles. Dixe missa. Amanecio el dia muy sereno, y sin frio, y aun huvieramos tenido calor sino por el noroeste que soplaba fresco y suave. En el camino de oy no nos molestaron los mosquitos; y reparamos que toda la tierra que anduvimos oy estaba muy seca, ó sea porque este año no havia llovido, ó porque en aquellas tierras llueve en verano, y por esto estaba el zacate bastante seco. Salimos del Arroyo de Santa Angela de Fulgino á las siete y quarto de la mañana, y á las quatro y tres quartos de la tarde paramos en la orilla del agua dulce en un parage de una Rancheria despoblada, haviendo caminado unas diez leguas largas con el rumbo que ire diciendo. Aravessamos el llano en donde haviamos parado, y caminamos por el unas tres leguas, que essas tendrá á todos vientos, con rumbo al nordeste, y al empezar nos salieron al camino unos quantos Indios de la rancheria de los ladrones, y nos regalaron unos cacomites, y unos hilos de una frutilla ensartada en ellos algo mas grande que la avellana, de color pardo, y con un huesito duro dentro, que dixeron los soldados era lo que ellos llaman tascal, mas grande que el que se dá en Sonora, y es bastante dulce: pero ni por esso me quadraron essos Indios por ladrones y mal intencionados, segun ayer se manifestaron. Luego entramos en una cañada, y haviendo caminado por ella como una legua al nordeste, llegamos á lo alto de la Loma, señalada en el mapa con la letra a. fin y termino de la Expedicion, y Descubrimiento que hizo el Sr Capitan Dn Pedro Fages quando fue al reconocimiento de Puerto de San Francisco acompañado del Rdo P. Pdor Apco Fr. Juan Crespi, desde la qual vio dicho Sr Capitan este pielago de agua, que yo le llamo Puerto dulce por su quietud, y porque desde mas atras ya se encuentra el agua dulce y buena. Y advierto, que dicho Capitan Fages estuvo en esta Loma por el año de 1772. casi en estos mismos dias que nosostros, pues el dia 30. de Marzo estuvieron en el Arroyo de Santa Angela de Fulgino, de donde salimos oy, al qual le puso el P. Crespi esse nombre, porque en esse dia es la fiesta de essa Santa en nuestro Kalendario: y assi me hago juicio, que esta agua, que ellos calificaron por rio, estaria ahora en el mismo estado en que ellos la vieron, pues la vimos y reconocimos en el mismo tiempo que ellos. Desde dicha Loma, que distará del agua cosa de una legua, vieron su extension el Sr Capitan Fages, y el P. Crespi, y que se dividia en brazos, con los quales se formaban unas isletas de tierra baxa; y como antes, en el camino de atras, ya havian probado los soldados el agua, y la havian hallado dulce, sin duda se hicieron juicio que era algun rio muy grande, y que aqui se dividia en tres brazos que de mas arriba se separaban formando dos islas, y que poco mas abaxo de este parage al entrar en el caxon se bolvian á juntar: sin reparar en si tenia corriente, ó no; lo que ni era facil que reparassen desde dicha Loma por estar retirada del agua. Lo vi el agua dividida, no en tres brazos, sino en muchos, formando varias isletas, y de estas conté hasta siete, unas algo grandes, y otras pequeñas, todas de tierra baxa, y largas, y angostas: y el haver yo visto tantas islas, no haviendo visto mas que dos el Sr Capitan Fages, y el P. Crespi, consistiria sin duda en que ellos verian este charco de agua en marea alta, y yo la vi en marea baxa, la qual en este Puertó dulce crece y mengua bastante, como dixé mañana. Vieron la tierra llana, por la qual se estiende esse caudal de agua, y son los llanos que ayer dixe; y tambien verian del otro lado del llano la gran Sierra Nevada. Y finalmente vieron que el agua para arriba gira como al nordeste, y aun para el este, hasta una Sierra baxa que tiene arboleda, la qual tapa al agua, y no la dexa ver para mas alla; y la misma sierra vimos nosotros, á la qual determinó ir el Sr Comandante para ver mas de cerca el agua, y su giro, y desengañarnos si era rio, ó no; pues aunque ya estabamos quasi persuadidos á que no lo era, todavia cabia alguna duda por estar apartados, y no poder distinguir su movimiento, si acaso lo tuviesse; y tambien porque el Soldado Soberanes, que venia de practico y guia, por haver hecho este virage con el Sr Fages, posseido de su primera impression perseveraba en decir que aquella agua era rio, y que este era el rio grande que ellos vieron. Baxamos pues de la Loma, y enderezamos el camino para dicha Sierra, en la qual, y detras de ella como al sudeste, vimos bastante arboleda, y que seguia para adelante. Luego que baxamos al llano vimos cerca del agua, y en distancia como de una legua corta, una crecida manada de Ciervos grandes, que en el Nuevo Mexico me parece llaman Buros, los quales son de unas siete quartas de alto, y tienen unas hastas como de dos varas de largo con varias ramas; y aunque se hizo la diligencia de coger alguno, no se pudo lograr por su mucha velocidad en el correr, y mas en esta ocasion que se hallaban sin la cornamenta grande, que sin duda á temporadas la mudan, segun las muchas hastas que vimos por alli tiradas. Aqui nos detuvimos como dos horas, y los Soldados remudaron sus cavallos, y corrieron tras de los Ciervos sin provecho hasta que se cansaron, y llegaron hasta el arroyo, de donde haviamos salido; y quando bolvieron traxeron la noticia de que havian hallado mas de veinte Indios, que venian de pescar, cargados con quatro ó cinco Salmones cada uno; y que cerca el parage de donde salimos encontraron unos Indios que venian de la sierra al llano á cazar, y que traian una cabeza de ciervo, y un Indio iva embijado del color de los ciervos, y que dichos Indios los acompañaron un poco, pero que assi que se vinieron acercando á la rancheria de los ladrones no quisieron acompañarlos mas, significandoles por señas que aquellos eran sus enemigos. Todo este terreno abunda mucho de dichos Ciervos, y por los rastros que encontramos oy y mañana, que son como los de res, no parece sino que por alli hay alguna crecidissima Estancia de Ganado. Despues de la corrida seguimos por el llano en derechura de la Sierra emboscada, señalada en el mapa con la letra b. y haviendo caminado unas quatro leguas con rumbo al este quarta al nordeste, llegamos a una rancheria algo crecida, (cuyos Indios, que en el color y en todo son como los demas, nos recibieron de paz, y aun con miedo) la qual está situada en el llano,un poco antes de llegar á la Sierra que ivamos buscando, y tan immediata al agua, que de ella á los jacales no havria la distancia de doze passos. Nos detuvimos un poco en esta rancheria, cuyos jacales no eran de zacate y ruines, como los que vimos en este camino, sino algo grandes, redondos, y bien hechos como los de la Canal, y formandos de petates de tule, con su armazon de varejones por dentro, y su puerta: y el Sr Comandante procuró agazajarlos regalandoles abalorio para quitarles el miedo que manifestaron luego que nos vieron; de modo que las Indias se fueron encerrando en sus jacales, y los Indios estaban fuera hablando mucho, que nada les entendimos, pero sin armas, y uno á toda prissa fue á poner en lo alto del temascal, que alli tenian, un palo largo con un plumage al remate, y una tira larga de piel de conejo con su pelo, que colgaba de él como banderilla, que era la señal de paz con que nos recibian, segun presumimos: pero entre tanto los chiquillos, y tambien algunas mugeres, se metieron agua adentro embarcandose en sus balsas, que tenian muchas, y muy bien hechas de tule, con sus bordos, y con la popa y proa rematando en punta levantada, y todo el bordo guarnecido con varejones arqueados como que servian de passamano ó de respaldo, y con unas palas pequeñas remaban con mucha facilidad y ligereza: y los Indios correspondieron al regalo dandonos plumas, palitos, y otras frioleras, que nos ofrecian de su estimacion, y aun instando á que las recibiessemos. Aqui ya nos persuadimos que el que se llamaba rio, no es rio, sino un gran pielago de agua dulce sin corriente, que se estiende por essa llanura, a la qual llegaron á beber las bestias por su pie, y nosotros la probamos, y la hallamos muy dulce y buena. Digo que aqui nos persuadimos que no es rio el que se llamaba rio, porque si lo fuesse es natural que tuviesse alguna creciente, y si la tuviesse no es possible que se mantuviesse esta Rancheria tan pogada al agua, y en tierras tan llanas, pues por poco que creciesse el rio se havia de estender é inundar todo el llano por donde venimos, y por consiguiente havia de destruir la Rancheria, y sus jacales. Y no se puede decir, que esta Rancheria, estaba alli nuevamente establecida, cuyos Indios se retirarán á otra parte en creciendo el rio; porque á mas de que por las señas se conoció que no es Rancheria nueva, sino algo antigua, se le han de conceder á lo menos algo mas de dos años de antiguedad; pues quando vino el Sr Capitan Fages, y reconoció esta agua, desde la Loma en donde se paró, y desde la qual se bolvió por el motivo de unas cartas que alli recibio, despachó al Sargento con unos soldados paraque siguiessen adelante el Descubrimiento, y estos llegaron hasta la dicha Rancheria, y la hallaron en el mismo sitio que nosotros, segun dixo el Soldado que venia de guia, y sin passar adelante, ni hacer toro examen, desde ella se bolvieron, ó porque se dieron por satisfechos con esto, persuadidos áque aquello era rio segun el primer concepto que formaron, ó porque no tuvieron alientos para seguir adelante y detenerse mas, tal vez por faltarles el bastimiento para alimentarse, como que entonces era el tiempo de las grandes necessidades que padecieron en aquellas partes por falta de avio: con que á lo menos tiene dos años de establecida esta Rancheria, y en dos años tenia tiempo sobrado el rio para haversela llevado con sus crecientes, si fuesse rio. Seguimos adelante con animo de subir á lo alto de la Sierrita emboscada, que no es muy alta, para desde alli descubrir mejor el terreno, y el curso del agua; pero apenas salimos de la Rancheria, quando se nos atravessó una cienega y tular que nos hizo mudar de rumbo: por lo qual cogiendo al estsudeste caminamos por una cuchilla de una lomita baxa, y luego entramos en un llano algo grande con bastantes robles, que eran la arboleda que vimos desde la Loma como al sudeste: y haviendo caminado como una legua larga llegamos á una Loma pelada, y no muy alta, señalada en el mapa con la letra c. Subimos á lo alto de esta Loma, que domina todo el llano, para descubrir el terreno, y vimos desde alli una confusion de agua, tulares, algo de bosque cerca la sierra del sur, y tierra llana con una extension desmedida, de modo, que en mi vida he visto, ni espero ver otro orizonte de vista tan extendida. Si mirabamos para el este veiamos del otro lado del llano, y en distancia de unas treinta leguas una gran Sierra Nevada y blanca desde la cumbre hasta la falda, que atravessada corria como de sursudeste á nornoroeste; y segun el rumbo que le pude demarcar me hize juicio que tal vez tendria essa Sierra por la parte del sur algun enlaze con la sierra nevada, que se desprende de la Sierra madre de California mas arriba del Puerto de San carlos, ó por mejor decir, que es la misma sierra madre, y camina como al noroeste hasta la Mission de San Gabriel, y mas alla, y aun esto y persuadido á que esta sierra nevada está enlazada con la Sierra grande que vio el P. Garces y en su Diario la llama la Sierra de San Marcos; pero no le pudimos descubrir el remate ni del un extremo ni del otro. Bolviamos para el oeste, y veiamos las lomas que en el camino venimos dexando, por entre las quales se metia ó entraba el agua recogida, y que del otro lado del agua se abria una lomeria baxa, cuyo extremo, que se descubria en distancia de unas quinze leguas, caia como al noroeste, y que de alli para adelante no se descubria otra cosa sino llano. Mirabamos para el sur, y veiamos una Sierra alta y pelada por lo exterior, que corria como de sudeste á noroeste; y esta es la Serrania, de la qual hablo dia 8. de Marzo, que desde las immediaciones de la Mission de San Luis venimos dexando á la derecha en todo el camino de la ida, hasta llegar á la boca del Puerto dulce que alli remata, y en cuyas faldas estan los Valles de Santa Delfina, por el qual corre el rio de Monterey, el de San Bernardino, y otros, con el Llano de los Robles, que va para la Boca del Puerto de San Francisco. Asseguró un Soldado, y dixo, que conocia un picacho que se descubria en el remate de lo que se veia de esta Sierra para el sudeste, y que no estaba muy lexos de un parage, que llaman Buenavista, al qual reconocieron los Soldados quando fueron para los Tulares, que caen cerca la Mission de San Luis, en busca de unos Desertores, y que si tirassemos para allá iriamos á salir en las immediaciones de la Mission de San Luis ó de San Antonio. Bolviamos á mirar para el norte, y entre la lomeria baxa del noroeste, y la Sierra Nevada mirabamos un immenso llano que parece seguia el mismo rumbo de la Sierra Nevada por aquel lado, pero por el otro se abria como para el oeste con tanta extension que cogia quasi el cemicirculo orizontal; y este es el llano por donde se estiende esse pielago de agua dulce, no seguidamente, sino en trechos, dexando grandes pedazos sin anegar, ó con poca agua, en los quales se forman aquellos grandes y verdes Tulares, que empiezan desde cerca la Mission de San Luis, y segun su rumbo y esta cuenta tendran de largo mas de cien leguas hasta aqui, sin contar con lo que se estienden para arriba, cuyo fin no les pudimos ver, y de ancho tendran unas veinte y cinco ó treinta leguas. Lo discurri que estos Tulares corren hasta las immediaciones del Puerto de Bodega, y que aquel Campo verde, que el Sr Capitan Dn Juan de la Quadra vio desde su Puerto para el este, seran Tulares como estos que aqui vimos, ó seran estos mismos continuados hasta alla. Aqui se ofrecio una altercacion con los Soldados que venian de guias queriendo defender que era rio lo que estabamos mirando, á lo que no podia conformarme; y para esto alegaban que del otro lado havia un rio muy grande, que por este unas abras de la sierra nevada venia á dar á este llano, el qual rio havian hallado los Soldados, quando fueron á buscar á los Desertores, dividido en dos brazos y que con dificultad pudieron vadear el primer brazo, pero el segundo de ningun modo, ni quisieron passarlos los Indios que alli vieron, por lo qual desde alli se rebolvieron para San Luis. Este rio, segun todas las señas, es el rio que encontró el P. Garces, al qual el llamó en su Diario el Rio de San Phelipe, y ya yo tenia noticia de dicho rio por una carta que me escrivio un Religioso de San Fernando, que havia estado de Ministro en la Mission de San Luis, cuya copia pondré aqui por las noticias que contiene de aquellos terrenos, aunque algo confusas, porque el Padre las sabia solo por relacion, en partiular sobre los tres rios que dice, juzgando por un rio el agua del caxon largo desde la Boca del Puerto dulce para arriba, y por otros dos rios este rio de San Phelipe dividido en dos brazos. La carta es del P. Fr. Domingo Juncosa con fecha de 30. de Enero de 1775. Y dice assi. Por la proporcion del Sr Dn Juan Bautista de Ansa, que me dice va a essa de la Sonora, con orden de passar con V.R. á las nuestras Missiones de Monterey y Puerto de San Francisco, determinó en vista de tan buena ocasion escrivir á V.R. la presente, dandole noticia &c. Tengo entendido, que el Capitan Dn Juan Bautista de Ansa lleva la idea, é intencion de salir de essas tierras de la Sonora para aquellas por el mes de Septiembre, é irse á salir á San Francisco sin tocar ni á las Missiones, ni á Monterey, hasta la buelta de la fundacion que ha de hacer en dicho San Francisco, y registro aquellas tierras. Esto, si lo intentan del modo dicho, con la experiencia, y noticias que de aquellas tierras tengo, lo tengo por un arriesgo mas que mediano, y que pueden quedar bien burlados; pues siendo las aguas en aquellas por Noviembre, ó Deciembre, hasta por Abril, sera preciso, que en caso de llegar á San Francisco, antes de las aguas, ó al principio de estas, tendran que pasar hasta el dicho Abril sufriendo las dichas aguas en el descubierto, sin poder, mas que despues quieran, ir á Monterey, ó no ser algunos pocos; y á la ligera, y con buenos trabajos, por los muchos atascaderos de la tierra, que impossibilitan el viagear; mayormente á las requas, como tengo de esto experiencia, y aun dos ó tres á la ligera, se han visto en no pocos ahogos para poder transitar, especialmente si son las aguas con alguna abundancia; y en caso de quererse estar, y permanecer en dicho San Francisco sin baxar a Monterey, tampoco pueden hacer cosa por las aguas en orden á fundacion, si no es cosa muy poca, y sirviendose, no de las bestias, para el acarreo del maderaje para las fafricas, que fuere necesario, sin en tal caso sirviendo de acarreadores la misma gente á cuestas, y costa de buenos lodazales, menos en algunos pocos dias que suele haver de intermedio entre aguas y aguas, en los que si bien puede la gente hacer algo en el modo dicho, pero es muy dificultoso, que se puedan valer de las bestias por los atascaderos dichos. A mas de esto llevan otro riesgo no poco considerable, si van cortando á lo recto desde el rio Colorado á salir á San Francisco, y es que sin duda iran á salir al ultimo y mas internado del Estero de dicho San Francisco, en donde le desembocan los tres rios ó brazos, que unidos en uno cerca de dicho estero ( esta es la confusion del rio, que imaginaron dividido en tres brazos) van a dar á él. De estos, el uno lleva su curso del Este, y los otros, del norte á poca diferencia; y por tanto es muy dable, y casi infalible, que iran á dar en el intermedio, ó entre los rios dichos del este, y norte, los que no son vadeables, especialmente el del norte, segun dieron noticia unos Desertores de Monterey, que fueron á dar á él en mucha distancia, y mas de quarenta leguas distantes del estero en donde desembocan, en donde no lo pudieron vadear, ni los Gentiles los quisieron passar con sus balsas; y al otro que, viene del este solo se le ha hallado vado unas cuarenta ó cincuenta leguas distante tambien de su desemboque: por lo que en tal caso de dar Ustedes, como tengo dicho, en el intermedio dicho, tendran que retroceder á lo menos las quarenta o cincuenta leguas dichas para poder vadear los y salir de aquel laberinto. Por essos riesgos me parece que lo mas acertado fuera, el ir desde el Colorado á dar á alguna de las Missiones, y si quieren ir á la de San Luis que esta á los 35. grados 28. miutos, tienen buen camino, cogiendo una como cañada, ó valle, que corre del este al oeste á poca diferencia, todo lo que tienen de tramo las Missiones nuestras desde San Gabriel, ó cerca de esta hasta San Francisco (que por este camino anduvo el Capitan Fages una vez, que fue de San Diego á San Luis sin querer tocar en San Gabriel por estar entonces enojado con el P. Paterna, y supimos que es mal camino muy quebrado) la qual dista internada de las Missiones unas tres ó quatro jornadas, de la qual tal vez darian alguna noticia al Sr Ansa los Soldados, que de Monterey fueron en su compañia hasta el Colorado, quando su buelta para essa de la Sonora. En caso de seguir la dicha cañada, y querer salir á la dicha de San Luis, antes de llegar al paralelo dicho de los 35. grados, y 28. minutos ya les daran noticia los Indios en donde está la Mission dicha, y tal vez hallaran el rastro de las bestias de las varias vezes, que de aquella canada han hecho travessia para San Luis los soldados en tiempo que fueron en busca de unos Desertores, que estaban en unos Tulares immensos, que estan á poca diferencia en el paralelo de San Luis. Saliendo pues a las Missiones, tienen el alivio, que en caso de no poder transitar por cogerles las aguas, ó en alguna de ellas, ó en Monterey, tienen por lo menos cubierto, y mas proporcion de ser socorridos; y si quieren hacer, o buscar travessia recta desde el rio Colorado a San Francisco, ó é contra, pueden despues de registrado lo de Sn Francisco, y evacuadas las fundaciones, y demas que tengan que hacer, desde dicho San Francisco tomar la buelta en derechura del rio Colorado, sin tocar á las Missiones. Despues prosigue diciendome que vea puedo hacer que se condusca algun ganado menor, y cavallada para la Mission de San Luis, que no lo tiene, haciendole este beneficio á su Paysano, y mio, el P. Fr. Joseph Cavaller, Ministro de ella Catalan; y concluye quexandose del poco empeño con que su colegio de San Fernando ha solicitado del Sr Virrey estas providencias, porque bien hallados los Padres en Mexico, no sienten ni conocen la necessidad de aquellos pobres religiosos. &c. Por las noticias pues de esta carta no dudaba de que al otro lado de la Sierra Nevada huviesse algun rio, ó rios; pero no me conformaba con lo que querian los Soldados, pues no veia el rio que ellos decian, ni en toda la Sierra se veia ninguna abra por donde saliesse al llano que teniamos presente, y assi solo por conjetura se afirmaba en su dicho, y con esto querian defender y persuadirnos que el agua que teniamos delante era el rio grande de San Francisco. Y como yo negasse el que huviesse tal rio, ó que lo viessemos á lo menos, dixo el Sr Comandanto: Padre, no basta que los Soñores digan que han visto el rio que dicen salir á estos llanos? Respondile: Señor, no basta, porque los Señores vieron el rio que dicen, muy lexos de aqui, y desde esta Loma ni se ve tal rio, ni la abra por donde ellos dicen que sale, y aqui no hemos de juzgar ahora por conjeturas, y por lo que puede ser, sino por lo que es, y vemos, y lo que vemos y tenemos presente no es rio, sino mucha agua encharcada: y con esto se concluyó la altercacion, y mi discurso. Visto esto, determinó el Sr Comandante ir á parar á la orilla del agua, con animo de seguir algunas jornadas mas adelante, atravessar el llano, y arrimarnos á la Sierra Nevada, para adelantar por alli este descubrimiento lo que se pudiesse, hasta que se nos acabasse el bastimento que traiamos, ó hasta donde nos alcanzasse para podernos bolver: por lo qual, baxando de la Loma caminamos como una legua por el llano con el rumbo al nordeste; pero antes de llegar al agua encontramos con un Tular y atolladero, que nos impidió el passo: por lo qual variamos rumbo, y caminando como un quarto de leguas al oeste, llegamos á la orilla del agua, y en un parage de ua Rancheria despoblada. Luego que paramos fuimos á ver el agua y probarla, y la hallamos muy cristalina, fresca, dulce, y buena, á la qual llegaron á beber las bestias sin dificultad alguna, y vimos que estaba con un movimiento suave causado del viento, y que azotaba la orilla ó playa con unas blandas olas; pero no le reconocimos corriente ninguna. Y para probar si la tenia, cogió el Sr Comandante un palo mediano que remataba en una porrita, y lo tiro dentro del agua con la mayor fuerza que pudo; pero á poco rato vimos que en lugar de correr para abaxo, el agua con sus olitas lo bolvió á la orilla: y advierto, que segun vimos despues, en esta ocasion estaba baxando la marea. En la playa no havia desechos de crecientes, ni basura, mas que algo de Tule seco. Passó como una hora, y bolvimos á ver el agua, y reparamos que havia descubierto un buen pedazo de playa, y que el agua havia baxado como dos tercias, segun los troncos descubiertos de unos arboles, que havia en la orilla, y antes los haviamos visto cubiertos. De donde inferimos, que el agua tiene su creciente y menguante como el mar, y que entonces iva baxando la marea: por lo qual quedó encargado el Sr Theniente, con un criado, que en el discurso de la noche tuviesse cuydado de observar quando estuviesse mas baxa la marea, y que midiesse todo lo que descubriesse de arenal ó playa, y despues se observasse hasta donde subia en estado la marea alta: lo que assi se hizo esta noche, y por la manana del dia siguiente, como dixe. Por conclusion de este dia quiero hacer aqui una reflexa sobre las noticias que participó á Mexico el Rdo P. Fr. Silvestre Velez de Escalante, Ministro de la Mission de Zuñi, adquiridas en su Viage que hizo el año passado de 1775. desde el Nuevo Mexico á la Provincia del Moqui, las quales remitó el Sr Virrey al P. Garces, como dixe dia 1. de Diciembre, cuya carta recibimos nosotros en el camino dia 20. de Mayo, sin la copia de estas noticias por haverse traspapelado en la secretaria de su Exa al despachar la carta, por lo qual se retardaron un correo, y despues vinieron dirigidas por el Sr Secretario Dn Melchor Peremás al Sr Governador de estas Provincias Dn Francisco Antonio Crespo, recomendandole que quanto antes las encaminasse á manos del P. Garces, sin que su Exd entendiesse este descuydo que huvo en la Secretaria; y con esta casualidad tuve ocasione saber estas noticias y de leer dicha copia en San Miguel en casa el Sr Governador, el mismo dia que llegue alla de este viage. Dice este Padre, que llegó á Oraybe, ultimo Pueblo del Moqui, y distante del Pueblo de Zuñi, que es del Nuevo Mexico, unas cincuenta leguas al poniente, y que alli un Indio Cosnina le informó y le dixo, que al poniente de Oraybe, á seys dias de mal camino, estaba la tierra que habitan los Cosnias, y que á nueve dias de camino desde Oraybe estaba una Sierra muy alta, que corre de nordeste á sudoeste con inclinacion al poniente, y se alarga mas de cien leguas, á cuya falda septentrional corre al poniente el Rio grande de los Misterios, intransitable á los Cosninas, y sus Colindantes, y que por consiguiente no saben los Cosninas que Gente hay del otro lado del rio, ni aun si la hay, pues nunca passan, ni han visto indicios de ella. Dice mas, que de este lado a orillas de la Sierra acia el poniente, á nueve dias de camino desde los Cosninas, está una Nacion que habla la misma lengua, y se llama Tomascabas: y que á catorze dias de camino de estos están otros que llaman Chirumas, los quales son guerreros, ladrones, á inhumanos, pues comen carne humana de los que matan en las campañas; y que de estos Chirumas han sabido los Cosninas haver Espanoles por aquel rumbo, aunque distantes, &c. Y concluye diciendo, que esto que le informó el Cosnina, era lo mismo que ya le havian dicho los Moquinos. Primeramente hemos de suponer, que el P. Fr. Silvestre se informaria del Cosnina por señas, como suelen explicarse los Indios, ó por medio de algun interprete y tal vez malo, como suelen ser regularmente, si no es que el Padre sepa las lenguas de por allá. Si se valio de algun interprete, ó recurrio á las señas, para entender al Cosnina, entonces facilmente pudo padecer alguna equivocacion en el informe; pues muchissimas vezes sucede, que quando uno piensa que se ha explicado bien con los Indios por essos medios, encuentra despues que no lo entendieron, ó que lo entendieron al reves. Esto supuesto, dexando á parte las distancias y rumbos, que el Padre apunta respecto las Naciones que nombra, en los quales encuentro no poca dificultad para componerlos, atendiendo á la sierra alta que dice atravessarse de sudoeste á nordeste; en lo que encuentro mas dificultad es en el Rio que llama de los Misterios, no tanto por el nombre, que para mi es muy nuevo, quanto por lo caudaloso que lo pinta, como que es intransitable á los Cosninas. Dice el Padre, que este Rio de los Misterios corre al poniente, y es regular que siendo tan caudaloso vaya á desaguar al mar; y si esto fuesse assi es natural que nosotros lo huviessemos cortado, pues llegamos á la altura de 38. grados, que es bastante paraque viniesse á dar á las costas del mar que nosotros seguimos, pues me parece que essa altura, y aun menos, corresponde al curso del rio que el Padre dice, respecto al parage en donde recibió el informe: pero nosotros en todo el camino no hemos cortado mas rio que el rio Colorado, el qual no es intransitable aun quando crece mucho como lo experimentamos, y aun es vadeable quando está en su curso, natural. Ni se puede decir, que el Rio de los Misterios es el mismo Rio Colorado, y que mas arriba muda el nombre; pues si este aun en la junta de los Rios, y mas abaxo del Puerto de la Concepcion, no es tan caudaloso que sea intransitable, pues lo passan á nado los Yumas assi hombres como mugeres, es natural que mas arriba sea menos caudaloso: y aunque lo fuesse tanto, no es facil persuadirse á que los Cosninas y sus Colindantes sean de peor condicion que los Yumas, que no se atrevan á vadear el rio por grande que sea, y mas haviendo nacido en sus orillas; pues vemos que los Indios que se crian en las orillas de algun rio grande, como los Yaquis, y los Yumas, y aun los de la costa del mar, todos son grandes nadadores. De donde infiero que al P. Fr. Silvestre le dirian tal vez, que del otro lado de la sierra havia mucha agua; y como le dirian que era agua dulce sin hacer distinccion de si corria ó no, el Padre, se hizo juicio que era rio, pues sus aguas no eran saladas, y no le dixeron que por alli huviesse mar. En virtud de todo esto digo yo, que tal vez el Rio Grande de los Misterios, que el Padre dice, y le informaron, será algun charco de agua dulce muy grande, que sigue el rumbo de los Tulares que nosotros vimos, ó que serán essos mismos Tulares y agua que se estiende por los immensos llanos que tengo dicho, la qual se internará hasta el otro lado de la Sierra Nevada por alguna ó algunas abras, y cogerá mucha extension de este á oeste, assi como la tiene de norte á sur; si no es que sea cosa del Mar del Oeste, que llaman. Y siendo assi, es muy facil creer que sea intransitable á los Cosninas; pues es muy dificil, y aun quasi puedo decir impossible, que se transite de un lado á otro, y por consiguiente no sabran los Cosninas si hay Gente del otro lado, y ni aun si la hay: como ni del otro lado tampoco sabran si hay Cosninas. De todo lo qual concluyo diciendo, que se me hace muy dificil, el que se pueda abrir camino recto desde el Nuevo Mexico á Monterey, como se ha pretendido; pues á mas de la noticia que dá el P. Fr. Silvestre del Rio, ó charco de agua dulce que hay de por medio, están los Tulares que se atraviessan, á los quales ha de venir á dar el camino antes de llegar á la costa del mar: y por recto que se busque, á lo menos saldrá á las immediaciones de la Mission de San Luis, ó mas abajo, segun mi concepto. Salvo meliori judicio.

Thursday, April 4, 1776 EN -- Dia 4. Jueves Santo. Amanecio el dia bien sereno, pero con un viento noroeste muy fuerte, que empezó á media noche, y prosiguio todo el dia hasta ponerse el sol, molestandonos mucho Antes de media noche fue el Theniente á reconocer el agua, y la hallo tan retirada que por la medida que le tomó regulamos que havia descubierto unas diez y seys varas de playa, la qual era aqui muy tendida. Antes de amanecer fue el criado, y vio que el agua havia subido tanto, que levantó el Tule seco que tenia escupido en la orilla. Al salir el sol fuimos el Sr Comandante, y yo, y vimos que ya empezaba a baxar la marea, y que con el viento noroeste que soplaba oy muy recio, estaba el agua con alguna inquietud y blanqueando dentro las olitas como en el mar sucede con las brisas que llaman, y las olas de la playa algo crecidas. Tomé con un nivel el peso del agua, (que por lo que se pudiesse ofrecer llevaba yo un nivel) y con el saqué que el agua desde lo que subió en marea alta hasta lo que baxó respecto la playa que descubrio en marea baxa, havia baxado unas tres varas: y advierto que aqui el agua estaba recogida, y que á poco mas ó menos tendria el mismo anchór que en la Boca; y la playa no estaba acantilada como en otras partes, sino muy tendida, y en ella vimos algunas conchitas quasi planas, y lucientes como de madre perla, pero delgadas, y en fragmentos. El modo con que tomé el peso del agua fue assi: medi dos varas de playa desde lo mas alto de ella á donde llegó el agua en marea alta y nivelando este pedazo me dió el nivel en el extremo de este tramo una quarta, y la quarta parte de una quarta; conque regulando esta quantidad con las diez y seys varas de playa tendida que se descubrio en marea baxa, saqué por el triangulo, que el agua havia baxado unas tres varas, que es bastante baxar. De todo lo dicho, y con estos experimentos concluimos y acabamos de assegurarnos que este pielago de agua mas bien se debe llamar Mar dulce, que rio; pues no tiene crecientes, ni corrientes como rio, y tiene como el mar las aguas claras y azuleando, y el fluxo y refluxo con olitas en la playa. Y si con todo se quiere decir, que se puede llamar rio, supuesto que el agua es dulce, solo porque tiene algun movimiento con el fluxo y refluxo; entonces con la misma razon podremos llamar rio al mar. Aunque ya por todo lo dicho estavamos ciertos de que por aqui no havia ningun rio grande, como se havia dicho, ni aun pequeño, pues en todo el camino no encontramos mas que arroyos; con todo el Sr Comandante se mantuvo en la resolucion que hizo ayer de seguir el giro del agua, atravessar el llano, y adelantar por la parte de la Sierra Nevada este Descubrimiento por algunas jornadas. Por lo qual: salimos del parage de la Rancheria despoblada á las siete y quarto de la mañana, y á las cinco y media de la tarde paramos en unas Lomas del principio de la Sierra, que despues dixe, haviendo caminado unas quinze leguas largas con rumbo tan variado, que fue muy contra el primer intento, como iré diciendo. Caminamos un poco con rumbo al este, con animo de seguir el agua, ó por su orilla, ó á una vista; pero luego se nos atravessaron los Tulares y atascaderos, que nos hicieron mudar de rumbo, y nos apartaron del agua de modo que no la vimos mas sino de lexos, y desde lo alto de la sierra. Cogimos rumbo al estsudeste, y caminamos assi unas tres leguas, dexando á la derecha un robledál que sigue como seys leguas por el pie de la sierra del sur. Y con itencion de ver si los Tulares nos dexaban passo libre, cogimos al nordeste, y caminamos de este modo como una legua mas; pero luego los Tulares nos impidieron seguir con esse rumbo: y empezamos á andar culebreando ya al sudeste, ya al estsudeste, ya al sur, ya al sursudeste, sin poder adelantar camino para la Sierra Nevada, antes bien saliendonos para afuera. Veiamos algunas veredas de las muchas, y muy trilladas, que hacen los Ciervos grandes por esse llano quando baxan al agua, y seguiamos por ellas; pero luego nos hallabamos atacados con atolladeros que nos hacian rebolver. Encontramos una vez con una senda con rastro de hombre, que nos pareció iva para una pequeña rancheria que divisamos dentro del Tular; y aunque se hizo empeño en seguirla, luego nos hallamos con un atascadero por donde no podian passar las bestias, y aun á pie se passaria con dificultad; de modo que en el primer passo malo passaron á pie dos soldados, y con algun trabajo sus bestias, y como deseabamos tanto seguir esta vereda, sixo el Sr Comandante, que mas que fuesse á pie seguiriamos por ella hasta no poder mas, y mandó á un Soldado que se adelantasse, y reconociesse si en adelante se ofrecia algun otro passo malo, y á poco que anduvo vimos que no solo se paró, si no que de repente se cayó él, y la mula en que iva, con lo qual conocimos la dificultad, y que era impossible penetrar el Tular. Entonces nos contaron los Soldados, que es tan arriesgado el andar por los Tulares, que quando fueron á coger en ellos á los Desertores, un Desertor que ya se veia preso, por huir se tiró incantamente por uno de essos atolladeros, fiado tal vez en que sabria nadar, y alli se sumió sin poder salir, ni poderlo socorrer y quedó luego ahogado y enterrado en el cieno. Assi anduvimos mas de tres leguas que se pueden regular como al sudeste y con algun trabajo metidos por los Tulares, que por un buen trecho estaban secos, pisando tierra bofa, podrida, y llena de lamas secas, y con un polvo tan mordaz que con el viento se levantaba de las zenizas del Tule quemado, que nos ardia fuertemente en los ojos haciendonos llorar, y apenas nos dexaba mirar, con lo qual tuvimos un dia muy pesado, y salimos de aqui con los ojos muy encendidos y colorados. Con esta ocasion conocimos que el pielago de agua dulce, que se estiende por essos Tulares, tiene su creciente, y que quando crece coge mucho mas alla de la tierra que pisabamos, la qual estaba llena de conchas de caracoles, tortugas, y lamas que cria el agua quando se estiende por aqui. Y que esta agua cresca no es dificil de creerlo, y aun es cosa natural que assi suceda; pues estando á la vista de la Sierra Nevada, es cosa regular que de ella salgan varios rios, y se pierdan y acaben en essos llanos, y con esto cresca este mar dulce, (que por dulce se le puede conceder esta excepcion de regla, ó sino se podrá llamar Laguna) ó en invierno con las lluvias, y crecientes de los rios, ó en verano derritiendose las nieves. Ya conociamos que era materia impossible atravessar el llano, y arrimarnos á la sierra nevada: y dixe yo al Sr Comandante que si le parecia bien, mejor era bolvernos para Monterey, supuesto que los Tulares á cada passo nos apartaban mas de ella, pues ya estaba visto, que el que llamaban rio, se nos havia buelto laguna: pero con todo quiso el Sr Comandante proseguir un poco mas en el empeño, por si mas abaxo encontrabamos alguna tierra mas alta, que nos facilitasse el passo: y assi caminamos unas tres leguas mas con el rumbo, un poco al sur, y lo mas quasi al este,y al estsudeste. Ya eran como las dos de la tarde, y el Cabo Robles, que iva por delante de guia, se paró como pensando por donde tiraria, y á donde nos guiaria; y preguntóle el Sr comandante: Que le parece á Usted? Hay esperanza de que podamos llegar á la sierra oy, ó mañana? Respondió el Cabo: Señor, no sé: lo que yo pueda decir es, que en una ocasion sali por la punta de aquella sierra, (es la que ayer desde la Loma mirando para el sur vimos correr de sudeste á noroeste) y gasté dia y medio en descabezar un Tular, y vi que todavia seguia adelante, y por el otro lado tambien, pero no llegué al fin, ni vi mas porque desde alli me rebolvi. Con esto dixe yo: Por la cuenta ya está visto, que estos Tulares son los mismos que hay cerca la Mission de San Luis, y que continuan hasta alla, y para descabezarlos es preciso baxar hasta las immediaciones de aquella Mission; lo qual es necessario para passar á la Sierra Nevada, cuyo reconocimiento mejor se puede hacer empezando el viage desde dicha Mission de San Luis. A mas de que, Señor, nada adelantamos para el fin de nuestro reconocimiento con empeñarnos en ir á registrar la Sierra Nevada: estamos ciertos que el rio, que veniamos á buscar es laguna, y lo mas que podremos investigar es si de la sierra nevada le entran algunos rios, cosa que no importa mucho el saberlo para nuestro intento presente, y es regular que assi sea, y que para averiguar esto son menester mas dias de los que pensamos; y entretanto el dia se nos va acabando, y esta noche nos quedaremos en estos llanos sin agua, sin leña, y sin zacate, si no nos triamos con tiempo á la sierra á buscar parage; sin zacate y leña porque no la hay, y sin agua porque los atolladeros y estendidos lodazares de los Tulares impiden llegar á ella. Entonces el Sr Comandante viendo la dificultad tan grande que se ofrecia para acercarnos á la Sierra Nevada, como pretendia, determinó rebolvernos para Monterey; pero para esto dixeron los soldados que era preciso bolvernos al parage de donde haviamos salido, y desde alli coger el camino por donde venimos, porque por aqui no sabian camino alguno, ni jamas havian andado los Españoles estas tierras. Esto se nos hizo duro al Sr Comandante y á mi; y yo dixe, que segun lo que teniamos andado. Monterey nos caia al sur, y que si nos animavamos á atravessar la sierra que teniamos delante, de la qual he hecho mension varias vezes, y es la que dixe dia 8. de Marzo, me atrevia á assegurar que con esse rumbo saldriamos al Valle de San Bernardino, ó quando mas errado, al Valle de Santa Delfina: por lo que mudando de rumbo nos encaminamos para la sierra, y haviendo caminado como una legua al sur, llegamos á unas lomas peladas, que por minadas con tuzeros las llamamos las Lomas de las tuzas; y desde lo mas alto de ellas divisamos á la derecha un valle espacioso formado de las lomas que atravessabamos, y de las que al ir á la Boca del Puerto dulce ivamos dexando á la derecha, y es el valle por donde salio el Capitan Fages desde el Arroyo de Santa Angela de Fulgino quando se bolvió, y le llamaron de Santa Coleta: y á lo lexos divisamos enfrente la sierra de Pinabetes, que va para el Puerto de San Francisco, y remata en la Punta de Almejas: con que reconocida la tierra, y visto que salimos bien, baxamos de lo alto de las lomas. Seguimos por ellas como dos leguas al sudoeste, y entramos en otras Lomas, que son principio de la Sierra, que despues atravessamos, y dixe mañana, y haviendo caminado por ellas unas dos leguas con rumbo al sursudoeste, paramos en un altito immediato á una Cañada, en donde se encontró un poco de agua. En todo el camino de oy no vimos ni un Indio, y solo hallámos pisadas de hombre estampadas en el lodo seco; y me pareció tierra tan mala, que no es facil que la habiten las gentes: á lo menos á mi no me quedaron ganas de bolver á andar por ella, pues á mas del ardor de los ojos que saqué de alli, y el fuego de la boca que ya se me havia corregido, y oy bolvio á salirme, no he visto tierra mas fea; pues aunque á la vista mirada de lexos desde un alto parece gran cosa por llana, y por lo mucho que se estiende la vista en un orizonte tan dilatado, que juntandose el cielo con el mundo pierde la vista el objeto y no se puede distinguir si mas alla sigue tierra ó agua, en realidad es una tierra arida, salitrosa todo agua y lodazares, sin cosa que me quadrasse, y me pareciesse de provecho, excepto los ciervos grandes que parece tienen por alli su madriguera.

Friday, April 5, 1776 EN -- Dia 5. Viernes Santo. Amanecio un dia muy claro y sereno, sin viento ninguno, y con algun calor que sentimos en el discurso del dia. Salimos de las Lomas del principio de la sierra á las seys y tres quartos de la mañana, y á las quatro de la tarde paramos en la Cañada de San Vicente, (que assi la llamamos por ser dia de San Vicente) poco antes de acabarse haviendo caminado unas treze leguas de mal camino, y muy quebrado, y con el rumbo al sur, aunque variado, como dixe. Caminamos unas tres leguas al sudeste, en busca de una cañada que divisamos, la qual se estrecho tanto que nos impidio seguir assi; por lo qual fue preciso subir á lo alto de la sierra, y caminamos como una legua al norte, al este, al sur, y á todos los rumbos, ó sin rumbo hasta encumbrar. Aqui nos detuvimos un poco para buscar salida, y desde este alto, que lo era mucho, señalado en el mapa con la letra d. vimos claramente los llanos, agua, y Tulares, por donde ayer venimos, y que seguian para abaxo como para la Mission de San Luis, en una abra muy grande y llana, á modo de Valle, que forman la Sierra que empezamos á atravessar por este lado, y por el otro la Sierra Nevada, que se miraba muy lexos, y que tambien seguia para abaxo, como para la Mission de San Gabriel; con que me confirmé en el juicio que ya me havia hecho, y apunté ayer, y antes de ayer. Baxamos de lo alto de la Sierra, y caminamos como dos leguas al sur, y con bastantes guiñadas al sudeste, por lo quebrado de las lomas, y cuestas, y llegamos á un arroyo de una Cañada. Seguimos por ella como dos leguas con rumbo al sursudeste, y al llegar á lo alto del Puerto que hacia, nos vimos con mucha serrania por delante muy quebrada, y todo lo andado, y lo que se veia por todos lados, muy poblado de robles, pinos y bosque. Seguimos como una legua al sur, y con muchas bueltas, cuesta abaxo, y luego fue abriendo mas la tierra, de modo que encontramos con una cañada algo ancha y bien larga, y haviendo caminado por ella unas quatro leguas con rumbo al sur, y sursudoeste, poco antes de acabarse paramos en un arroyo de muy poca agua. En el principio de esta Cañada, que los Soldados le llamaron la Cañada de San Vicente, señalado en el mapa con la letra e. vimos unas Sierras ó lomas, que á todos nos llevaron la atencion por su contextura; pues estando las demas muy llenas de bosque y arboles, estas no tienen arboles, y solo tienen un bosque chaparro y bien claro, con lo qual se le descubren en las cuchillas y á trechos unas cintas y pedazos de guija muy blanca, y dicha serrania, por cuyo pie passa un arroyo, sin otros varios pequeños que hay en la cañada, es de color roxo por lo qual dixeron todos que tenia grandes pintas de mineral; y á mi me parecio muy semejante á las sierras de las minas de Guanajuato. Su situacion está en el centro de essa serrania que veniamos atravessando, que es muy quebrada. En el curso de esta Cañada vimos algunos jacalitos ruines despoblados, y solo á lo lexos se divisó un Indio corriendo, que luego que nos vio, huyó para lo emboscado de la sierra como venado. Toda esta tierra que atravessamos oy y mañana es muy quebrada, y madriguera de muchos ossos, segun los rastros que de ellos vimos; y aunque mirada por de fuera se ve esta serrania pelada y sin arboles, por un lado y otro, pero en el centro es muy enmarañada, y llena de mucho bosque, pinos, encinos, robles, pinabetes, y otros, y entre ellos hay un arbol á modo de higuera con las ojas mas pequeñas, y su fruta como higos en lo exterior, y dentro tienen una fruta un tanto quanto semejante á la castaña, y mas en la corteza y color, que en la hechura, la qual comen los Gentiles, segun los basureros de sus cascaras que vimos en los jacalitos despoblados; y estas sin duda serán las castañas, que en Monterey nos dixeron se hallaban en el camino del Puertro de San Francisco, y se hicieron este juicio por haver visto algunas de dichas cascaras, pero se engañaron en el concepto porque las tales cascaras no son de castañas, como que lo examiné bien, ni hay tales csatañas en todo lo que vi. Tambien dixeron los Soldados, que yendo de Monterey á San Francisco por la costa, que es el camino que llevó la expedicion del Sr Portala la primera vez quando dieron el nombre á la Punta de Almejas por haverse alli detenido los soldados á coger Almejas para bastimentarse, pues no tenian ya que comer, antes de dicha punta se encuentran muchos avellanos; pero yo no los vi, si acaso los hay, porque no fuimos por aquel camino.

Saturday, April 6, 1776 EN -- Dia 6. Sabado Santo. Esta noche hizo bastante frio, y heló un poco sin duda porque nos hallabamos en el centro de la sierra, y amaneció el dia muy sereno, y con algun frio, que presto se acabó, y sentimos bastante calor despues en el discurso del dia. Salimos de la Cañada de San Vicente á las seys y tres quartos de la mañana, y á las quatro de la tarde paramos en un Altito, immediato al Arroyo del Coyote, que desde su nacimiento seguimos por todo el camino, haviendo caminado unas diez leguas de peor camino y mas quebrado que ayer, con rumbo principal al sur, aunque con alguna variacion. Luego que salimos nos hallamos con sierra quebrada por todas partes, y con una cañada angosta, y muy porfunda por delante: baxamos por ella, y luego encontramos un poco de agua, que es principio del Arroyo del coyote, y la seguimos con rumbo como tres leguas al sursudeste, unas dos al sursudoeste, otras dos al sursudeste culebreando para subir unas lomas, y baxar otra vez á la cañada, y unas tres finalmente al sur, y al sursudeste subiendo y baxando por la cañada y sus lomas muy quebradas. En todo el camino no vimos ningun Indio, aunque hallamos algunas vederas de ellos, y algunas pocas señales, y rastros en partes, de jacales ruines, y rancherias cortas, que se conoce que á temporadas van á la sierra, y alli se arranchean, principalmente en tiempo del piñon, y de la bellota. Ya estabamos cerca de salir de la sierra, pero nos paramos porque ya venian las bestias muy cansadas, y nosotros tambien con tan mal camino, y tan quebrado. En el discurso de este camino, desde que fuimos para la Boca del Puerto dulce se nos han pegado las garrapatas, que son chicas, y quasi prietas; pero oy ha sido mas que ningun dia, de modo que nos llenamos de ellas, y yo en un corto rato me saqué catorze de encima.

Sunday, April 7, 1776 EN -- Dia 7. Domingo de Pasqua. Dixe missa. Amanecio el dia sereno, y sin ningun frio, sino con bastante calor que sentimos en el discurso del dia. Salimos del Altito á las siete y quarto de la mañana, y á las cinco y quarto de la tarde paramos en la orilla del Rio de Monterey, haviendo caminado unas quinze leguas, con rumbo, las dos primeras al sur, baxando por unas lomas, por las quales acabamos de salir de la Sierra, y baxamos al al plano, del Valle de San Bernardino, el qual se compone de cienegas, y lagunas lomas de el, pero por no haver llovido mucho este año estaba bastante seco, y logramos porderlo atravessar sin dificultad. Al acabar de baxar nos salieron al camino unos diez ó doze Indios de una rancheria, que alli estaba immediata, á orillas de una laguna, á saludarnos, y nos regalaron amole, y dos pescados matalotes de la laguna, del qual he hablado algunas vezes, y es el que se dá en el rio Gila y Colorado, y segun su figura, sabor, y espinas, me parece es el pescado que en España llaman Saboga; á lo que les correspondió el Sr Comandante dandoles abalorio. Luego entramos en el Valle de San Bernardino, el qual atravessamos con rumbo al sursudoeste, y sursudeste, y haviendo caminado unas tres leguas por él, al entrar en unas lomas baxas, en donde se halla un pozito de agua, cerca el Rio del Paxaro cortamos nuestro camino de la ida, por el qual seguimos con los rumbos correspondientes á los que llevamos al ir al Puerto de San Francisco. Desde este parage se oia el ruido del mar, que dista de el unas dos leguas, y como todo es tierra llana hasta la playa, es facil que se oyga con el silencio de la noche.

Monday, April 8, 1776 EN -- Dia 8. Lunes. Dixe missa. Amanecio el dia sereno, y con bastante calor. Salimos del Rio de Monterey á las siete y quarto de la mañana, y á las quatro de la tarde llegamos á la Mission de San Carlos del Carmelo, haviendo caminado cinco leguas con los rumbos de la ida: quatro hasta el Presidio de Monterey, en donde nos detuvimos á comer, y una á la Mission. Llegamos al Presidio á las diez de la mañana, y luego vino á saludarnos la gente conducida de la Expedicion, y estuvieron muy contentos con las noticias que les dimos de nuestro viage, especialmente del hermoso parage del Puerto de San Francisco, que vimos, y quedó señalado para la Poblacion y Presidio; con lo qual algo se consolaron, que ya estaban bien descontentos, porque les havian dicho que todo aquello del Puerto era terreno muy malo, segun informó el Sr Rivera. Quedósse el Theniente en el Presidio y á la tarde nos fuimos para la Mission con el Provehedor, que vino á recibirnos, y antes de llegar á ella encontramos quatro Padres que salieron al camino á recibirnos, y llegamos á la Mission juntos, en donde nos recibieron con muchos repiques, y alegria. En el camino comimos algunas Fresas, de las quales hay muchas en essa travessia, y sierra de Pinos.

Tuesday, April 9, 1776 EN -- Dia 9. Martes. Dixe missa. Nos estuvimos en la Mission descansando, y platicando de nuestro viage con los Padres, á los quales causó bastante novedad la noticia que les dimos de que no havia tal rio grande de San Francisco, como que ellos havian informado que lo havia, y eran parte apassionada, sobre lo qual tuvimos nuestras disputas amigables. A la tarde fue el Sr Comandante con los Padres á passear á la playa; pero yo no fui por hallarme algo malo.

Wednesday, April 10, 1776 EN -- Dia 10. Miercoles. Me entretuve en sacar un disseño de este viage que hicimos desde Monterey a San Francisco, y Puerto dulce; aunque no lo saqué muy bueno por no estar para ello, y por la incomodidad con que lo hacia. Este dia huvo una gran Varazón de Sardina pequeña en la playa, y dixeron que era tanta la abundancia que negreaba todo el suelo en la orilla del agua. El Sr comandante fue allá por la tarde con los Padres á passear y ver esta maravilla; pero yo no fui por sentirme malo todavia del fuego de la boca. Comimos en estos dias muy grandes, tiernas, y hermosas lechugas, y con abundancia, con las quales algo me mejoré.

Thursday, April 11, 1776 EN -- Dia 11. Jueves. Dixe missa. Amaneci algo aliviado de la boca. Proseguimos en la Mission sin novedad. Con el motivo del disseño que saqué ayer, me pidió el Rdo P. Presidente que le sacasse otro para él; y luego el Sr Ansa me pidio que para él sacasse tambien otro; por lo qual me ocupé en esto todo oy, y conclui el que hize para el P. Presidente.

Friday, April 12, 1776 EN -- Dia 12. Viernes. Prosegui con el alivio. Antes de medio dia conclui el disseño para el Sr Ansa, el qual salió mejor que los dos antecedentes, pero no con toda perfeccion, por la incomodidad con que lo hacia. Este disseño sacado mas á mi satisfaccion es el Plan ó Mapa que aqui pongo, el qual representa todo este viage que hicimos desde Monterey á San Francisco de ida y buelta, con el camino señalado con puntitos. Viendo el Sr Ansa, que el Sr Ribera no le havia respondido al correo que le despachó dia 17. de Marzo, como se lo pedia, y que se havia cumplido el plazo que le señaló para esperar la respuesta, resolvio empezar el camino de su tornabuelta, sin pensar ya en conducir la gente á San Francisco, como havia prometido hacer en caso que el Sr Ribera respondiesse condescendiendo á ello. Por lo que, se determinó irnos mañana para Monterey, y de alli rebolvernos para la Sonora: y el Sr Comandante Ansa despachó correo con el Sargento Góngora de Monterey para el Sr Comandante Ribera avisandole la determinacion de su regresso, paraque si queria verse con el, viniesse de San Diego á la Mission de San Gabriel, que era en lo que quedaron al ultimo quando salimos de San Diego. Estuvieron los Padres tan cumplidos, que nos pusieron para el camino muchas verduras de coles, lechugas, y havas tiernas, y tambien mucho salmon seco; pero este ni lo prové, ni lo vi mas, porque el Sr Ansa se lo quedó todo para hacer con él sus regalos.

Saturday, April 13, 1776 EN -- Dia 13. Sabado. Dixe missa, y despues nos despedimos con mucha ternura de los Padres de alli. Salimos de la Mission de San Carlos del Carmelo á las nueve de la mañana, y á las diez llegamos al Presidio de Monterey, haviendo caminado una legua. Aqui nos detuvimos paraque quedassen ordenadas las cosas de la Expedicion, encargandose de todo el Sr Theniente Moraga por ausencia del Sr Capitan Ribera, que estaba en San Diego. Desde antes de empezar el viage pedi al Sr Ansa varias vezes, que me dixesse el numero fixo de la gente de esta Expedicion, y las partidas de Ganado, Cavallada, y mulada, pero nunca pude lograr que me lo dixesse, escusandose con que no lo sabia por tenerlo en apuntes, &c. Yo sospeché que no quiso que yo lo supiesse, por no exponerse á que yo dixesse una cosa y él otra, si acaso despues al ajustar sus cuentas nessessitaba de mudar alguna partida para cubrir alguna falla: por esto en San Miguel á instancias mias me dixo á bulto algunas partidas, y entre ellas me dixo la de 20. Arrieros, y despues en Tubac que havian de ser mas, por haverse juntado alli toda la gente, me dixo que eran 15. y en otras partidas, como la de los interpretes, y criados, observé, que á uno lo contaba por dos: y de esse modo, aunque al principio de este Diario puse las partidas de todo, las quales me parece que estan cabales, y que en caso que les falte ó sobre algo, ha de ser el error en cosa muy corta, advierto que las puse segun lo que vi y supe por el curso de la caminata, pero no porque me las dixesse el Sr Ansa, que era el conducto fixo, seguro, y cierto por donde deseaba yo saberlas. Bolvi á suplicar oy, que á lo menos se me permitiesse saber el numero de Gente que en la Expedicion havia venido, y se quedaba en Monterey para la nueva Poblacion y Fuerte del Puerto de San Francisco; pues aunque no era mas que una curiosidad mia, y que verdaderamente no era necessario que yo lo supiesse, deseaba saberlo siquiera por haver venido con todos: y se me concedio que viesse la Lista, que no estaba completa por faltarle unos pocos con los Presos que en la Mission de San Gabriel se quedaron, y por ella supe que quedaban en Monterey ciento noventa y tres almas, cuyos nombres se comprehenden en la siguiente Lista, que alli mismo copie fielmente en este dia. Pie de Lista del Oficial, Sargento, Soldados, y Pobladores, con sus respectivas familias, que de orden del Exmo Señor Virrey ha conducido el Theniente Coronel de Cavalleria, y Capitan del Real Presidio de Tubac de la Provincia de Sonora Dn Juan Bautista de Ansa á el de Monterey en la California Septentrional para entregar á su Comandante Dn Fernando de Ribera, y Moncada. Soldados de Presidio Theniente Dn Joseph Joachin Moraga. Vino sin su Muger, y familia, que la dexo en Terranate, en donde vivia, por estar enferma su Muger. -1. Sargento Juan Pablo Grijalva. Su Muger Maria Dolores Valencia. Hijos. Maria Josepha. Maria del Carmen. Claudio. - 5 Domingo Alviso. Su Muger Maria Angela Chumasero. Hijos. Francisco. Xavier. Juan Ygnacio. Maria Loreto. -6. Valerio Mesa. Su Muger Maria Leonor Borboa. Hijos. Joseph Joachin. Joseph Ygnacio. Joseph Dolores. Joseph Antonio. Juan. Maria Manuela. -8. Ramon Bojorques. Su Muger Maria Francisca Romero. Hijos. Maria Gertrudis. Maria Michaela. -4. Carlos Gallegos. Su Muger Maria Josepha Espinosa. -2. Juan Antonio Amezquita. Su Muger Juana Gaona. Hijos. Salvador Manuel. Maria Josepha. Maria Dolores. Maria Matilde Maria de los Reyes Maria Graciana. Maria Josepha. -8 Rosalia Samora, Muger de Salvador Manuel. -8. Ygnacio Linares. Su Muger Gertrudis Rivas. Hijos. Joseph Ramon. Salvador Ygnacio. Maria Gertrudis. Maria Juliana -6. Justo Roberto. Su Muger, Maria Loreto Delfin. Hijos. Joseph Antonio. Joseph Mathias. -4. Gabriel Peralta. Su Muger Francisca Manuela Valenzuela. Hijos. Juan Joseph, Luis Maria. Pedro. Gertrudis.-6. Soldados Reclutas. Juan Athanasio Vazquez. Su Muger Gerturdis Castelo Hijos. Joseph Tiburcio. Joseph Antonio. Pedro Joseph. Maria Antonia Bojorques, Muger de Joseph Tiburcio. -6. Joseph Antonio Garcia. Su Muger Petronila Josepha. Hijos. Joseph Vicente. Joseph Francisco. Juan Guillermo. Maria Graciana. Maria Josepha. -7. Antonio Quierio Aceves. Su Muger Maria Feliciana Cortes. Hijos. Joseph Cipriano. Juan Gregorio. Juan Pablo. Joseph Antonio. Maria Petra. Maria Gertrudis. -8. Phelipe Santiago Tapia. Su Muger Juana Maria Cardenas. Hijos. Joseph Bartholome. Juan Joseph. Joseph Christoval. Joseph Francisco. Joseph Victor. Maria Rosa. Maria Antonia. Maria Manuela. Maria Ysidora.- 11. Ygnacio Maria Gutierrez. Su Muger Ana Maria Ossuna. Hijos. Maria de los Santos. Maria Petra. Diego Pasqual. -5. Agustin Valenzuela. Su Muger Petra Ygnacia Ochoa. Hijos. Maria Zeferina. -3. Luis Joachin Alvarez de Acevedo. Su Muger Maria Nicolasa Ortiz. Hijos. Francisco Maria. Ygnacio Maria. Maria Gertrudis -5. Ygnacio Soto. Su Muger Barbara Espinosa. Hijos. Joseph Antonio. Maria Francisca. -4. Pablo Pinto. Francisca Xaviera Ruelas Hijos. Juan Maria. Joseph Marcelo. Juana Santos. Juana. -6. Joseph Antonio Sotelo. Su Muger Gertrudis Peralta. Hijos. Ramon. -3. Pedro Bojorques. Su Muger Maria Francisca de Lara. Hijos. Maria Agustina. -3. Santiago de la Cruz Pico. Su Muger Maria Jacinta Bastida. Hijos. Joseph Maria. Joseph Dolores. Joseph Patricio. Francisco Xavier. Maria Antonia Thomasa. Maria Josepha. -8. Joseph Manuel Valencia. Su Muger Maria de la Luz Muñoz. Hijos. Francisco Maria, Ygnacio Maria. Maria Gertrudis. -5. Sebastian Antonio Lopez. Su Muger Phelipa Neri. Hijos. Sebastian. Maria Thomasa. Maria Justa. -5. Juan Francisco Vernal. Su Muger Maria Soto. Hijos. Joseph Dionisio. Joseph Joachin. Joseph Apolinario. Juan Francisco. Thomas Januario. Ana Maria. Maria Theresa. -9. Joseph Antonio Sanchez. Su Muger Maria Dolores Morales. Hijos. Joseph Antonio. Maria Josepha. Ygnacio Cardenas, su Prohijado. -5. Joachin Ysidro Castro. Su Muger Maria Martina Botiller. Hijos. Ygnacio Clemente. Joseph Mariano. Joseph Joachin. Francisco. Francisco Antonio. Carlos Antonio. Ana Josepha.- Maria Encarnacion. Maria Martina. -11. Vicente Felix Viudo. Su Muger se murio en el camino dia 24 de Noviembre por la madrugada. Hijos. Joseph Francisco. Joseph Dorotheo. Joseph de Jesus. Joseph Antonio Capistrano. Maria Loreto. Maria Antonia. Maria Manuela. -8. Juan Salvio Pacheco. Su Muger Maria Carmen del Valle. Hijos. Miguel. Francisco. Bartholome. Maria Gertrudis. Barbara. -7. Manuel Ramirez Arellano. Su Muger Maria Agueda Lopez de Aro. Hijos. Mariano. Mathias Vega, su Prohijado. -4. Pobladores que no son Soldados Joseph Manuel Gonzalez. Su Muger Maria Michaela Ruiz. Hijos. Juan Joseph. Ramon. Francisco. Maria Gregoria. -6. Nicolas Galindo. Su Muger Theresa Pinto. Hijos. Juan Venancio. -3. Casinmiro Varela Marido de Juana Santos Pinto. -1 Ygnasio Anastasio Higuera Marido de Michaela Bojorques. -1 Cristoval Sandaval. Su Muger Maria Dolores Ontiveros.-1\\ Nicolas Antonio Berrelleza. Maria Ysabel Berrelleza. Los dos son hermanos y solteros. -2. Pedro Perez de la Fuente. Marcos Villela. Dn Francisco Muñoz. Los tres son solteros.-3. Feliciana Arballo Viuda Maria Thomasa Gutierrez. Maria Eustaquia. Las tres sin Marido. -3. Por esta Lista consta que quedaron alla 193. almas. No supe si está cumplida, ó le falta algo, pues no pude lograr saberlo, y aun se me significó haverseme hecho merced en dexarme ver dicha Lista que copié. Lo que sé es, que de ella se han de quitar dos, que son Carlos Gallegos, y su Muger Maria Josepha Espinosa, los quales alcanzaron licencia para bolverse á su tierra de Sonora, y se vinieron con nosotros; y tambien se han de añadir a ella los quatro desertores, y dos Criados, que se quedaron en San Gabriel, y me hago cargo que algun otro se quedó; poque de 240. que fuimos, quitando 191. que quedaron en Monterey, 9. que quedaron en el Rio Colorado, y 29. que nos bolvimos, sobran 11. y estos son los 4. Desertores, 2. Criados, y algunos otros, que con estos no entraron en la Lista que yo vi. y assi por esta cuenta mia sale que quedaron en Monterey, de la Gente conducida en esta Expedicion unas 200. almas.

Sunday, April 14, 1776 EN -- Dia 14. Domingo. Dixe missa á la Gente del Presidio; y antes de decirla conoci y experimenté el poco ó ningun aprecio, que hacen en el Presidio, de la missa y de los Padres y los desayres que estos padecen, segun les oi quexar, sin darles hospicio ni que comer quando van alli á decir missa. Fue el caso, que pedi agua para lavarme las manos antes de missa, y se me respondió por el Almacenero, que si mis criados no me traian agua, no sabia como se havia de componer, porque en el Presidio no havia quien me la traxera; y me dexo assi: y assi fue, que un criado del Sr Ansa me huvo de traer el agua que pedia. Todo proviene del desafecto que tiene á los Padres el Sr Ribera; y á exemplo de la cabeza sigue el Populacho sin hacer caso de la campana, y sin venir á missa aunque el precepto lo mande, como lo vi, y sin que los Padres lo puedan remediar porque no son dueños de reprehender en la Tropa ninguna cosa. Despues de Missa. Vinieron de la Mission de San Carlos del Carmelo el Rdo P. Presidente con otros Padres, es á saber, el P. Palou, el P. Cambon, y el P. Peña, y tambien el P. Fr. Miguel Prieras Ministro de la Mission de San Antonio, que ya estaba muy mejorado en la salud, á despedirse de nosotros, y darnos el ultimo abrazo, y luego se bolvieron; y el P. Ministro de la Mission de San Antonio se quedó en Monterey para passar en nuestra compañia á aquella Mission. Acabó el Sr Ansa de arreglar las cosas de la entrega, y cuentas de su Expedicion, y despues de comer vino lo mas de la Gente conducida á despedirse con no pocas lagrimas por el cariño que nos havian cobrado. Antes de montar á Cavallo quise dar una vista al quarto ó pocilga en donde me havia hospedado, por si quedaba algo en él, pero ya lo havia cerrado el Cabo: yo al ver esto abri la ventana, y dixe á un criado que entrara. Viólo el Cabo, y vino á prissa a ver que se ofrecia; y dixele: Que se ha de ofrecer: muy aprissa nos echa usted, que antes de irnos ya nos cierra el quarto. Padre, respondió, cerré porque es preciso guardarlo, que es de mi Capitan. Dixele: Y que hay que guardar en el? Las casas de las gallinas: y lo dixé. El Sr Ribera anduvo tan impolitico, que dexó cerrado su quarto, que es el unico que hay en el Presidio, paraque nos huviessemos hospedado; y este tiene un antequarto á modo de salita, en que me hospedé, el qual estaba lleno de cal, y hecho gallinero: y entendi que esto era estratagema suya para no hospedar á nadie con el pretexto de no tener en donde, teniendo assi la sala ocupada. Y apara que los Oficiales de Marina no viniessen al Presidio á hospedarse quando viene el Barco, y para librarse de cuplimentarlos, mando fabricar un jacalon á fuera en el Puerto á orillas de la mar, paraque se hospedassen en él quando saltassen en tierra. Por fin nos despedimos de todos menos del Sr Theniente Moraga, que quiso acompañarnos hasta el parage. Salimos del Presidio de Monterey á las dos de la tarde, y á las seys paramos á orillas del Rio de Monterey en el parage llamado Buenavista haviendo caminado unas seys leguas. Los rumbos en esta buelta son los correspondientes á la ida, pues nos bolvimos por el mismo camino. Los que nos bolvimos fuimos veinte y nueve, sin contar con el Theniente, que nos acompañó hasta aqui, el P. Prieras, que se quedó en San Antonio, y un Criado, que se quedó en San Gabriel, y son los contenidos en las partidas siguientes. El Sr Tnte Coronel y Capitan Dn Juan Bautista de Ansa .................................. 1. El P. Pdor Fr. Pedro Font .............. 1. El Provehedor Dn Mariano Vidal ......... 1. Carlos Gallegos, y su Muger ............ 2. Diez soldados de Escolta del Presidio de Tubac.. ........................................10. Arrieros, mozos, y Criados .............11. Los tres Vaqueros ...................... 3. Suman todos ..................... 29. La Requa se compuso de diez y nueve cargas, tres de las quales eran para la Mission de San Antonio; y en un guacal llevamos de la Mission del Carmelo quatro gatos, dos para San Gabriel, y dos para San Diego, por peticion de los Padres que nos lo encargaron mucho, como que son alla muy apreciables por lo mucho que abunda de ratones aquella tierra y sus Missiones.

Monday, April 15, 1776 EN -- Dia 15. Lunes. Salimos del Parage de Buenavista á las seys y quarto de la mañana, y á las cinco y tres quartos de la tarde paramos en el parage que llaman la Cañada de San Bernabe, haviendo caminado unas diez y ocho leguas cortas. Al salir se despidio de nosotros con no poca ternura el Sr Theniente Moraga, y se fue para Monterey; y como que conoci lo que le havia de suceder, las ultimas palabras que le dixe fueron: Dios le dé mucho consuelo, y lo libre de mohinas y disgustos con el Capitan Ribera. Como á dos leguas de haver salido del parage nos encontramos con el Sargento Góngora y los Soldados, que el Sr Comandante despachó de correo para el Sr Capitan Ribera el dia 12. los quales venian de buelta, y dixeron que havian hallado á dicho Sr Capitan Ribera en el camino, y que ya venia cerca. Dixo el Sargento, que encontró á su Capitan cerca la Mission de San Antonio, y que haviendole entregado la carta que llebaba del Sr Ansa, se la metió en el bolsillo sin leerla, y despues le dio un pliego, y le dixo: Vayase usted por delante, y en donde encuentre al Capitan Ansa entreguele usted este pliego. Entregó pues el Sargento las cartas al Sr Ansa, pero tan amohinado, que le dixo: Señor aqui viene mi Capitan Ribera tan furioso, que no lo conosco, y yo siento hallar á usted en el camino, porque mi animo es en llegando á Monterey pedir apunte de mi plaza, y irme con usted. Respondiole el Sr Ansa lo que convenia para sossegarlo; y proseguimos el camino, admirados de que tan sin pensarlo viniesse el Sr Ribera, y tan colerico, que su mayor confidente, y estimado, el Sargento, no podia sufrirlo, segun insinuó. Leyó el Sr Ansa el pliego, y vio que era la respuesta de la carta que escibio al Sr Ribera el dia 17. de Marzo, en la qual se manifestaba muy sentido, y tratando de inconsequente al Sr Ansa, por haverle propuesto el conducir la gente al Puerto de San Francisco de buelta de su registro, en caso que alli encontrasse buen sitio para establecer en él la Poblacion; sobre lo qual tuvimos bastante que hablar, y que admirarnos. Nos parecio una cosa bien ridicula, y de una conducta muy extravagante lo que aqui supimos, y fue; que haviendo escrito el Sr Ribera esta respuesta, y estando ya para salir de San Diego los Soldados que havian de llevarla, los mandó detener, y cogio otra vez su respuesta; y luego, fingiendo que salia á campaña contra los Indios alzados de aquella Mission, salio del Presidio, y assi que estuvo fuera, mudando de rumbo, emprendio apressuradamente esta caminata á Monterey, haciendose él mismo correo de si mismo: tanto le immutó el haverse declarado el Sr Ansa á favor de los Padres, y de la fundacion del Presidio de San Francisco que él tanto repugnaba. Nos persuadimos que su venida tan acelerada era para verse con el Sr Capitan Ansa antes que se saliesse para afuera, y para tratar con él el assumpto de la Expedicion; y con esto consentimos en que seria tal vez preciso bolvernos para Monterey, ó á lo menos detenernos alli. Pero presto vimos, que no nos causó ninguna detension su venida: pues á poco andar nos encontramos con el Sr Capitan Ribera; y haviendose saludado los dos Sres Capitanes como de camino, sin detenerse en hablar cosa alguna siguio luego el Sr Capitan Ribera su camino para Monterey, y nosotros proseguimos el nuestro para la Sonora. Este lance fue aun mas ridiculo que su venida, y mas remoto de nuestra imaginacion. Venia el Capitan Ribera embuelto en unas mangas azules, y con un gorro pinto calado en la cabeza que le tapaba media cara, y no se le veia mas del ojo izquierdo, y un poco de la barba que la traia bien larga. Llegamos á carearnos y saludaronse los dos Capitanes muy superficialmente, porque luego se le conocio al Sr Ribera el veneno con que venia. Gastaron muy pocas razones, y estas a rempujones; y luego, como quien dice, dexando al Sr Ansa con la palabra en la boca, le dixo el Sr Ribera: á Dios, á Dios; y picando su mula prosiguio á prissa su camino, tan colorado, tan colerico, y tan mohino con todos, que no nos dixo á Dios ni á mi, ni á nadie, mas que al Sr Ansa del modo dicho, dandonos este lance no poco que decir, y que discurria á todos; y yo inferi que de esto se havian de seguir no pocos disgustos, y tribulaciones á los Padres, y en particular al P. Presidente, como assi sucedió. Viendose el Sr Ansa despedido, y aun sonrojado del Sr Ribera por haver proseguido su camino sin hablarle palabra del assumpto unico de su venida, que era el de la expedicion, sin darle carta para el Sr Virrey, y sin contestarle á la segunda que le escribió dia 12. dixo alli mismo delante de todos, que le fuessen testigos de lo que acababa de suceder; y luego me pidio le diesse una certificacion de toda el Passage, (y lo mismo pidio al P. Fr. Miguel Prieras el qual se la dio en San Antonio) á lo que condescendi sin repugnancia, pareciendome cosa muy justa; La certificacion que di al Sr Ansa de este Passage en este mismo dia, fue del thenor siguiente. =Certifico, como haviendo el Sr Theniente Coronel de Cavalleria, y Capitan del Presidio de Tubac Dn Juan Bautista de Ansa despachado segundo correo al Sr Capitan Comandante de Monterey Dn Fernando de Ribera y Moncada participandole haver resuelto emprender el viage para su regresso sin aguardar mas, en virtud de haverse cumplido el plazo del primer correo sin haver tenido respuesta: á la segunda jornada nos encontramos en el camino, á cosa de dos leguas de andar, con el Sargento de Monterey, que havia ido de segundo correo, quien entrego al Sr Capitan Ansa unos pliegos de parte del Sr Capitan Ribera, (respuesta del primer correo) y dixo como dicho Capitan Ribera venia ya cerca. Seguimos adelante, y á poco andar nos encontramos con el Sr Capitan Ribera: y quando todos pensabamos que su venida nos havia de detener, vimos luego lo contrario, porque gastó muy pocas razones. Saludaronse los dos Capitanes, y preguntó el Sr Ansa como venia: á lo que respondio el Sr Ribera: vengo malo: y luego volviendose para los Soldados llamó á uno: Alexandro, trae essas cartas: y tomandolas las dio al Sr Ansa, y dixo: essas cartas son para Usted de San Gabriel, el P. Garces. Dixe yo: que el P. Garces está en San Gabriel? Y respondio: ai esta. Dixo el Sr Ansa: Siento que venga Usted malo: Respondio el Sr Ribera: en San Gabriel me dio un dolor en este muslo, (senalañdo el derecho) y no habló mas. Y luego de aqui un poquito alargandole á Dn Juan la mano izquierda por encima el brazo derecho le dixo: á Dios Dn Juan: y picó su mula. Viendose Dn Juan despedido le respondio: á Dios Dn Fernando: a bien que desde Monterey me respondera Usted a Mexico á la que le tengo escrita, y no me ha contestado. (aludiendo á la carta del segundo correo.) Respondio el Sr Ribera: está bien; y prosiguio adelante su camino. Entonces Dn Juan dixo alli delante de todos, y en voz alta: Seanme Ustedes testigos de como Dn Fernando se passa adelante sin haverme hablado palabra. De todo lo qual, á pedimento de Dn Juan, doy esta certificacion, paraque conste todo este Passage en donde convenga, la qual firmo oy mismo dia 15. de Abril de 1776. Fr. Pedro Font. Los soldados dixeron, que el Capitan Ribera venia excomulgado, y que lo havian excomulgado en San Diego los Padres de alli por haver sacado con violencia de la Yglesia al Indio Carlos, cabezilla de los alzados, qual estaba preso, y se havia refugiado en ella: pero como se detuvieron tan poco, no explicaron el caso, ni dixeron otra cosa; y assi hasta despues no supimos lo que havia sucedido. Fue pues el caso, que el Capitan Ribera se quedó en San Diego, como dixe dia 3. y dia 9. de Febrero, para prender á los delinquentes, y pacificar aquella tierra; bien que él no prendió á ninguno, y todas las salidas y prisiones que se hicieron, las executó el Sargento de alli, y entretanto se estuvo el Sr Ribera en el Presidio comiendo lo poco que los Padres tenian, y aburriendolos con el poco aprecio con que los trataba. Un dia, pues, determinó salir á campaña, y esta se reduxo á llegar á una rancheria, y luego que vio que los Indios se ponian en arma, temblando y lleno de miedo procuró sossegarlos diciendoles, que se estuviessen quietos, que él no venia por ellos, sino por un Indio cabezilla christiano que le havian dicho estaba alli: y habiendole respondido que alli no estaba, se bolvio al Presidio sin hacer otra cosa. En el tiempo de esta salida, que fue de tres dia con ida y buelta, sucedió que el Indio Carlos se huyó de la prision, y se fue á la Yglesia á refugiarse; y luego que llegó el Sr Ribera, y supo esta novedad, formó gran sentimiento porque los Padres lo amparaban en la Yglesia, y se confirmó en el concepto en que estaba de la necessidad de su assistencia en el Presidio, pues una vez que se ausentó havia sucedido esto: y luego, sin hablar palabra a los Padres, se metió en su quartito, y desde alli les escribió un papel, en que les decia que le entregassen el reo. Como este papel iva sin forma ninguna de Derecho, y sin la formalidad de la caucion juratoria sobre la immunidad, le respondieron los Padres otro papel, en que se negaron entregar el reo, y al mismo tiempo le advertian, que si intentaba sacarlo de su propria authoridad, como decia en su papel que lo haria si ellos no se lo entregaban, entendiesse que quedaba excomulgado. Con esta respuesta quedó el Sr Ribera hecho un veneno; y á la tarde, juntando todos los Soldados, y tambien al Theniente, que lo tenia privado de exercitar su oficio, y solo por esta vez le restituyó el mando y authoridad, assistió con ellos el jacalón que servia de Yglesia, y fundado en que aquello propriamente no era Yglesia, pues antes havia sido almacen, ni lugar sagrado, acompanado de algunos entró dentro á prender el reo con la espada desnuda en la mano. Los Padres viendo esto le decian que mirasse lo que hacia, y que aquel passage era muy ruidoso y escandaloso: pero como él no les hacia caso, le dixo el P. Fr. Vicente Fuster, Ministro de alli, en voz alta, ya que vio que no lo podia contener: Dn Fernando mire Usted que queda excomulgado si saca el reo, y yo desde ahora lo declaro por tal. A esto le respondio el Sr Ribera buelta la espalda, ya para entrar dentro la Yglesia, y accionandole con la mano para atras: bien está P. Vicente, eche Usted excomuniones, eche usted, que yo no dexare de prender este picaro: y metiendose para adentro prendió al reo, y los Padres se retiraron á su quarto, y se pusieron a llorar bien afrigidos por verse tan desayrados y despreciados. Estas son las absolutas con que suelen mandar los Gefes en tan remotas tierras, en done no reconocen superior que los contenga, y sugete, y los recursos son dificiles; y estos los lances de amargura, que se les ofrecen á los Ministros de las Missiones.

Tuesday, April 16, 1776 EN -- Dia 16. Martes. Salimos de la Cañada de San Bernabé á las seys y tres quartos de la mañana, y á las diez y quarto llegamos á la Mission de San Antonio, haviendo caminado unas cinco leguas. Los Padres nos recibieron con mucho gusto, admirados de nuestra llegada, que no la pensaban con la venida del Capitan Ribera; pero mas se admiraron despues que supieron el lance que referi ayer; y dixo el P. Dumets, que algo havia en orden á la noticia de la Excomunion por haverse entremetido en punto de jurisdiccion ecclesiastica; pero no nos dixo mas porque aun no se sabia bien el cuento. Nos dixo, que tal vez hallariamos al P. Garces en San Luis, pues sabia que havia querido venir alli.

Wednesday, April 17, 1776 EN -- Dia 17. Miercoles. Dixe missa. Determino el P. Fr. Francisco Dumets acompañarnos hasta San Luis, supuesto que el P. Fr. Miguel Prieras, que vino con nosotros de Monterey, quedaba bueno en San Antonio: y assi lo hicimos despues de comer, haviendonos puesto el Padre una mesa muy cumplida, con morcillas que en aquel mismo dia mandó hacer, y un puerco assado para el camino. Salimos de la Mission de San Antonio á las dos de la tarde, y á las seys y quarto paramos en la misma Cañada de los Robles á Orillas del rio, despues de haverlo passado una vez, haviendo caminado unas siete leguas.

Thursday, April 18, 1776 EN -- Dia 18. Jueves. Salimos de Orillas del rio á las seys de la mañana, y á las cinco y quarto de la tarde paramos en un Pequeño aguaje, como tres leguas despues de haver passado el Rio de Monterey, haviendo caminado unas diez y seys leguas. En el camino passamos los rios de San Antonio, del Nacimiento y de Santa Margarita, que son pequeños los qules se juntan y engruessan el rio de Monterey, como dixe á la ida.

Friday, April 19, 1776 EN -- Dia 19. Viernes. Salimos del Pequeño aguaje á las seys y quarto de la mañana, y á las diez y media llegamos á la Mission de San Luis Obispo, haviendo caminado unas siete leguas. No estaba aqui el P. Garces como pensabamos, el qual no vino por lo que despues dixe. Nos recibieron los Padres con mucha alegria, y no poca admiracion de que viniessemos presumiendo nuestra detencion con la venida del Sr Capitan Ribera; y mucho mas se admiraron de lo acaecido con él en el camino. Con esta mano, y aludiendo á otras cosas sucedidas con este Capitan, decia el P. Mugartegui: A vista del Sr Ribera mejor era el Capitan Fages, y ya nos alegráramos tenerlo ahora; pero ya que los Religiosos solicitaron el que se mudára, ahora lo estamos pagando: porque al cabo siempre es verdadero el refran de la vieja: Dios nos libre de peor. Por la tarde nos fuimos a passear á las milpas de la Mission (que estaban alli cerca, y muy hermosas) y estando alli oimos repiques, y tiros de escopeta, como que llegó alguno de Monterey. Empezamos á discurrir sobre quien seria el que huviesse llegado, y nos fuimos para la Mission; y aunque los mas se inclinaban á que fuesse el Sr Ribera, yo no me lo pude persuadir, porque me parecia este cosa de locos, ir á Monterey, y luego bolver. Llegamos á la Mission, y hallamos que havia llegado el P. Fr. Pedro Cambon, el qual venia de correo de parte del P. Presidente, á entregar al Sr Ansa unos pliegos paraque los llevasse á Mexico, los quales contenian las cosas sucedidas en San Diego, por cuyo motivo no se atrevió el P. Presidente á entregarlos á los Soldados, por no exponerse á que se los hiciessen perdedizos, ó se quedasse con ellos el Sr Ribera: tan delicadas como todo esto estaban las cosas. Este recelo se fundaba en lo que sucedió ahora con el Sr Ribera, y nos refirió el P. Cambon. Fue el caso, que el Sr Ribera llegó el dia 15. á Monterey temprano, y luego por la tarde passó á visitarlo el P. Presidente con el P. Fr. Thomas Peña. Estuvo con él un rato, pero contestando poco, porque estaba el hombre tan fuera de si que no estaba para contestar con gentes; y viendo el P. Presidente, que no le daba ninguna carta le dixo: Pues ahora que viene Usted de San Diego no me trae de aquellos Padres ninguna carta? Respondiole el Sr Ribera, como que se le havia olvidado: A: si Padre; sino que como vengo malo se me havia passado: en el bolsillo de aquella chupa creo que he de traer alguna. Empezó á esculcar, como que no hallaba nada, hasta que por fin fue sacando algunas cartas, y las dio al P. Presidente, y entre ellas la que le escribia el P. Fr. Vicente Fuster, la qual contenia los cuentos de la excomunion del Capitan Ribera; y tambien la afliccion en que se hallaban, porque haviendose reconocido los Indios alzados de alli, y que querian venir á presentarse de paz, estaba el Sr Capitan tan inexorable con ellos, que á nadie queria perdonar aunque se humillassen, y que havia dicho: Que vengan, que vengan, que yo los recibiré con un cañon de metralla. &c: pero con la circunstancia de que haviendosela entregado en San Diego cerrada, y con dos cubiertas, él se la entregó al P. Presidente abierta, y con la cubierta rasgada por los costados; de donde infirio el P. Presidente que se la queria ocultar, y aun que la havria leido, pues quando se la entregó, sin ser preguntado, y aun sin haver reparado en los rasguños el P. Presidente, le dixo: Esta viene assi, pero me atreviera á jurar que en verdad no sé, no sé si es pé o si es pá; y esto bien perturbado; por lo qual queria despues el P. Presidente tomar fé y testimonio de como le havia entregado aquella carta abierta y rasgada, quando las demas venian buenas: Pero el P. Peña le persuadio que lo dexasse estar, pues venia el hombre tan perturbado como si estuviera fuera de si. Con esto el P. Presidente determinó escribir luego á Mexico, y que el Sr Ansa llevasse la carta: por lo qual el dia siguiente 16. pidio al Sr Ribera quatro soldados que fuessen á alcanzar al Sr Ansa, y le entregassen la carta, y se los concedio. Al mismo tiempo le propuso que deseaba passar a San Diego para ver si podia componer los cuentos alli sucedidos; por lo qual le pedia que le diesse escolta. A lo qual le respondio el Sr Ribera, que el estaba para bolverse alla, y que se iria el viernes dia 19. que es oy, y assi que si gustaba de ir en su compañia irian los dos juntos. Admitio el P. Presidente la propuesta, y con esto determinó, que para mayor seguridad de la carta, fuesse con los quatro soldados á llevarla el P. Cambon, al qual le dio orden que lo aguardasse en San Antoino, ó en San Luis, en donde encontrasse al Sr Ansa, paraque despues passasse con él á San Diego de su compañero. Por lo qual el P. Cambon salio de Monterey el miercoles por la tarde, dia 17. y oy esta tarde llegó á esta Mission de San Luis, y nos dixo todo esto, y como venian el Sr Ribera, y el P. Presidente, aunque despues no fue assi, como dixé. Dixo tambien el P. Cambon, que en el Presidio se murmuraba, y hablaba mucho de Capitan, y su venida tan intempestiva, y que la gente estaba muy descontenta, y que ya havia tenido un encuentro con el Theniente de la Expedicion Moraga: porque preguntandole si havian ido con nosotros al registro del Puerto de SanFrancisco algunos Soldados de los nuevos; este le respondió que no: y entonces le dixo: Huviera sido bueno que huviessen ido algunos, paraque vieran si aquello está tan bueno como Ustedes dicen: á lo que respondió el Theniente, que el lo havia visto, y que asseguraba que estaba bueno para la Poblacion. Y replicando el Sr Ribera, que era mejor que los Soldados lo huviessen visto paraque constara, y paraque viessen si les quadraba; respondiole el Theniente enfadado: Yo lo vi, y basta que yo diga que esta bueno para que se crea. Y dando una palmada en la mesa prosiguio: Hago mas fe yo, que toda la compañia entera; y por fin no hemos de ver si á los Soldados les quadra, ó no, que los soldados iran adonde se les mandáre, esté bueno, ó esté malo, que para esto los paga el Rey. Respuesta fue esta que sumió al Sr Ribera, y ya no le dixo otra cosa; pero quedó su declarado enemigo: porque era enemigo suyo qualquiera que hablaba á favor de esta fundacion y establecimiento.

Saturday, April 20, 1776 EN -- Dia 20. Sabado. Dixe missa. Nos detuvimos en esta Mission, porque su Ministro el P. Cavaller deseaba que nos detuviessemos unos dias, y yo por ser mi paysano le pedi al Sr Ansa que a lo menos nos quedassemos aqui tres dias. Con lo sucedido tuvimos bastante assumpto sobre que platicar; y passamos el dia con mucha alegria, porque los seys Padres que aqui nos juntamos eran gente de humor.

Sunday, April 21, 1776 EN -- Dia 21. domingo. Dixe missa ultima, y despues bautizé solemnemente cinco Gentiles adultos, dos hombres, y tres mugeres, de los quales todos fue Padrino el Sr Capitan Ansa; y luego de bautizados casé a los dos hombres, el uno con una India ya bautizada antes, y el otro con una India entonces bautizada. Por la tarde vinieron unos soldados diciendo como el Sr Capitan Ribera venia de Monterey, y que se havia quedado en el Puertezuelo, distante de la Mission algo mas de una legua, en donde se detuvo sin llegar á la Mission, porque dixo que venia cansado, y el dia no estaba muy bueno. Esta fue una escusa frivola, y la realidad fue que no llegó á la Mission por no verse con el Capitan Ansa. Los Soldados dieron un recado al Sr Ansa de parte del Sr Ribera diciendo que los embiaba para saludarlo y decirle que no passaba á la Mission por el motivo dicho de hallarse cansado: pero despues supimos, que esta fue mentira de los soldados, (que esso de mentir en cosa comun en ellos) pues el Sr Ribera ni les dio carta, ni tal recado, ni los embio para esse fin, sino que ellos viendo que su Capitan se quedaba en el camino, le pidieron licencia para passar á la Mission, con el pretexto de bastimentarse de algo, para ver á sus amigos. Les preguntamos si venia tambien el P. Presidente; y nos respondieron que no venia: porque aunque havian quedado en venir los dos el viernes dia 19: como dixe ayer luego el Sr Ribera mudó de parecer, y el jueves por la tarde, dia 18. mandó á toda prissa arrimar la cavallada, y dispuso su marcha trayendose consigo al Sargento Gongora, y unos quantos soldados, y al montar á cavallo le embio recado al P. Presidente diciendole que no lo aguardaba porque havia detereminado ponerse en camino á toda prissa unicamente por ir á alcanzar al Capitan Ansa para verse con él antes que se fuesse: y no fue este el motivo, sino que fue que él no queria que el P. Presidente fuesse á San Diego. Y aun segun entendimos, parece que dexo orden al Theniente Moraga (á quien encargó el cuydado del Presidio) que no diesse escolta al P. Presidente si acaso se la pedia. Con este motivo instó el P. Cambon al Sr Ansa que ley era una carta que le traxo del Sr Ribera, y no la havia querido ver, ni recibir; y condescendiendo con el la leyo, y luego respondio al Sr Ribera haciendole correo, y diciendole como tenia determinado seguir mañana su camino; pero que supuesto havia venido, si él queria platicar de los assumptos pendientes de la Expedicion, no se negaba á ello, y se detendria el tiempo que fuesse menester, como que juzgaba servir en esto á Dios y al Rey; y que si queria hacerlo en San Gabriel, como havian quedado al principio, tampoco se negaba, y assi que determinasee lo que quissiesse: pero que advirtiesse, que supuesto en el camino se passó tan de largo sin detenerse á hablarle, por evitar alguna contienda no queria gastar razones, y assi que solo le hablasse de oficio por escrito, y que assi contestaria: y al Soldado, que fue de correo, que era de los suyos, le advirtio, que si el Sr Ribera queria responder, aguardasse la respuesta para traersela, y sino, que se bolviesse luego. Esta noche nos divertimos algo con el instrumento, y se les dio licencia á las Inditas don cellas convertidas, que llamaban las Monjas, para salir de su reclusion, y assistir por un rato alli con nosotros, de lo que estuvieron sumamente contentas.

Monday, April 22, 1776 EN -- Dia 22. Lunes. Dixe missa. Supuesto que el Sr Ribera dixo, que solamente salia de Monterey con tanta prissa para verse con el Sr Ansa en donde lo encontrasse, parecia cosa natural, y todos lo pensabamos assi, que aqui determinaria verse con el Sr Ansa, pues aqui lo alcanzaba: pero presto nos desengañamos, y conocimos que otras eran sus ideas. Oy á medio dia al ponernos á comer, vino el Soldado que ayer fue de correo, con carta del Sr Ribera para el Sr Ansa, en la que sin hablarle sobre el assumpto de verse aqui, le acumulaba al Sr Ansa haver tenido él la culpa de no haverse hablado en el camino, y dandole frivolas escusas de su enfermedad, con lo que pretextaba no haverse podido detener, &c. Despues de haver detenido tanto al soldado que fue de correo, y estando tan cerca, al cabo salio con esta respuesta. Aun es mejor lo que se sigue. Poco despues de medio dia, y al acabar nosotros de comer, llegó á la Mission el Sr Capitan Ribera, pero se detuvo muy poco: y sin verse con el Sr Capitan Ansa, en aquella hora se fue para San Gabriel. Luego que llegó salieron á recebirlo los Padres; pero el Sr Ansa, y yo no quisimos salir, supuesto que él en el camino no nos quiso hablar, sino que nos metimos á nuestros quartos como que nos haviamos recogido á hacer siesta. Dixo que queria hablar al Sr Ansa, y entró el Proveedor á darle este recado de su parte; y el Sr Ansa le respondio por el mismo Provehedor, que en aquella hora se havia recogido á dormir la siesta, que si despues le queria hablar no se negaba á ello; pero que supuesto que el negocio unico de que havian de tratar era el de la Expedicion, y de su registro del Puerto de San Francisco, ya le tenia dicho que sobre esse punto le hablasse por escrito, pues no queria contestarle de otra manera por evitar razones. Detuvose pues el Sr Ribera como una hora, y luego , sin verse con el Sr Ansa ( á mi me saludó de passo, porque á esse tiempo tuve necessidad de salir de mi quarto, y con esto me vio casualmente) ni hacer ninguna demonstracion con que satisfacerle el desayre que le hizo en el camino para aplacarle el enojo ( que si el Sr Ansa estaba ahora enojado con el Sr Ribera, mas lo estaba ya antes el Sr Ribera con el Sr Ansa) en aquella misma hora determinó y resolvio irse para adelante, y esperar al Capitan Ansa en San Gabriel; y con esto se fue, y nos dexó en el ayre, y con la jornada de oy perdida por su respecto. A esto se añade, que dexo al P. Fr. Pedro Cambon impossibilitado para bolverse, porque los quatro soldados que vinieron con él de escolta, mandó el Sr Ribera que passassen adelante, y fuessen con él á San Gabriel; y con esto quando el P. Cambon pensaba bolverse a Monterey, en suposicion que no viniesse el P. Presidente como se presumia, á quien debia esperar aca, resultó de esta nueva orden quedar sin escolta para passar atras ó adelante: y á mas de esto se llevó de la Mission todas las bestias que pudo, y dexó a la escolta de ella quasi sin bestias y á pie, con lo qual impedia el que estos soldados pudiessen escoltear al P. Cambon, en caso que se quisiesse bolver. De todo lo qual inferimos lo que ya haviamos pensado quando vimos su intempestiva venida, y era que tiraba á dexar á Monterey con pocos Soldados paraque con el Pretexto de San Diego no se passasse al establecimiento del Puerto de San Francisco, á que era sumamente opuesto; y á que el P. Presidente no fuesse á San Diego. No supimos si despues fue ó no, porque como ya nos venimos para la Sonora, no he sabido mas de aquellos Padres, ni en que pararian essos cuentos. Se determinó que seys Indios de esta Mission viniessen con nosotros hasta la Canal á comprar dos lanchas para pescar con ellas, como en efecto vinieron, y el Sr Ansa les dio abalorio para comprarlas, y despues se bolvieron con ellas por mar. A mas de esto, el Sr Ansa se ofrecio llevar á Mexico en su compañia (como en efecto lo llevó) un Indio de unos diez años, muy vivo, llamado Pedro, hijo del famoso Capitan Buchon, y de una India concubina suya, y actualmente ya christiana, y casada con un soldado de alli, prometiendo llevarlo con mucho cuydado, y que dentro de dos años él mismo lo bolveria á poner en aquella Mission: (no sé en que se fundaba esta promesa) y convinieron los Padres en ello, privandose del muchacho, que era el mejor interprete que tenian, paraque el Sr Virrey viesse un christiano de esta Mission, y que ya era muy castellano, y sabia leer; y el muchacho convino muy gustoso en venir, por lo qual despues que dixe missa se despidio de la gente y sus parientes en la Yglesia con mucho garbo y donayre, á influxo del P. Cavaller. A la noche nos divertimos un rato.

Tuesday, April 23, 1776 EN -- Dia 23. Martes. El P. Cavaller me havia ofrecido coritas; pero como yo no tenia en donde ni como llevarlas, le respondi que procurasse quedar bien con el Sr Ansa, pues conmigo siempre quedaba bien, y sabia que él desseaba mucho llevar de estas cosas para regalar en Mexico: á mas de que esperaba que algo tocaria, pues, como dixe dia 25. de Febrero, me tenia dicho, que en llegando á San Miguel de buelta de nuestro viage, me daria á escoger lo que gustasse. Con esto el P. Cavaller le dio al Sr Ansa muchas coritas, algunas pieles de osso, que creo eran unas ocho, y treinta y tantas pieles de nutria, y otras cosas: pero con todo, esta mañana, me dio aparte dos pieles de nutria escogidas, diciendo alli delante de todos, que aquellas las tenia reservadas para mi. Yo con este motivo, y conociendo lo que despues me havia de suceder, paraque el Sr Ansa entendiesse que el P. Cavaller se lo havia dado todo por influxo mio, dixe al Sr Ansa: vea Usted las cosas de este P. Cavaller: yo le dixe que quedasse bien con Usted, y que á Usted le diesse todo lo que me queria dar á mi, que Usted ya me ha dicho que despues me dará, y ahora ha dado en que yo de llevar estas dos pieles. Respondiome el Sr Ansa: Pues llevelas Vuessa Reverencia; y esto es lo que llevé, porque despues no me dio ni una corita ordinaria: y siendo assi, que en San Miguel hizo un repartimiento competente con que huvo para muchos, ni siquiera de cumplimiento me dixo si queria algo de lo mucho que traxo. Salimos de la Mission de San Luis Obispo á las siete de la mañana, haviendonos despedido de los Padres con especiales demonstraciones de ternura y cariño, tres de los quales nos acompañaron un rato, y á las seys y media de la tarde paramos en la Laguna graciosa, haviendo caminado unas diez y siete leguas, por el mismo camino de la ida, en el qual nos sucedio que al salir de la playa, y entrando en los medanos nos perdimos un poco en ellos, por no conocerse alli rastro de camino nunca, y erramos la señal por donde haviamos de coger, que eran unos huessos de ballena, porque nos engañamos con otros que encontramos antes. Oy cogimos algunas conchitas especiales, aunque pocas, porque toda aquella costa es muy escassa de ellas, y apenas se encuentra una ó otra.

Wednesday, April 24, 1776 EN -- Dia 24. Miercoles. Salimos de la Laguna graciosa á las seys y media de la mañana, y á las quatro y tres quartos de la tarde paramos en un arroyo pequeño, en la Canal, á orillas de la mar, Cerca la Rancheria del Coxo, en donde paramos dia 27. de Febrero, haviendo caminado unas diez y seys leguas. Passamos el rio de Santa Rosa sin detencion por estar entonces la mar baxa: y en la Punta de la Concepcion (que estaba toda aquella tierra muy florida) vi mucha espuela de Cavallero, y unos claveles pequeños encarnados muy graciosos.

Thursday, April 25, 1776 EN -- Dia 25. Jueves. Dixe missa. Salimos de Cerca la Rancheria del Goxo á las seys de la mañana, y á las cinco y media de la tarde paramos muy Cerca las Rancherias de Mescaltitan, antes de llegar a ellas, haviendo caminado unas diez ocho leguas, lo mas por la playa, por donde se camina mejor por ser el piso llano y firme. Passamos por las mismas rancherias de la ida, y en ellas no se pudo lograr cosa especial de coritas, y otras cosas, porque parece que con la venida de la Expedicion se quedaron los Indios sin coritas, porque todo lo vendierone entonces. Acudieron al parage algunos Indios de la Rancheria de Mescaltitan, y luego dieron prueba de lo diestros que son en hurtar, pues hurtaron á vista de todos, y sin que nadie lo reparasse, el cucharon de fierro de la cozina, que se echó de menos despues que se fueron; y aunque por la mañana de dia siguiente se hizo la diligencia de cobrarlo, no se pudo lograr porque dixeron que lo havian llevado los de la otra rancheria que estaba al otro lado del estero. Esta noche estuvieron los Indios muy alegres cantando hasta bien tarde: quizas celebrarian con fandango el hurto del cucharon.

Friday, April 26, 1776 EN -- Dia 26. Viernes. Salimos de Cerca las Rancherias de Mescaltitan á las seys y quarto de la mañana, y á las cinco de la tarde paramos en el Rio de la Assumpta, haviendo caminado unas diez y siete leguas, andando lo mas por la playa, y passando por las mismas Rancherias de la ida; en una de las quales, vi que los Indios estaban tatemando una buena partida de langostas, con algunos cangrejos grandes, que havian pescado entre unos pedrones que havia en la playa, y me regalaron una: yo la entregué al cozinero paraque la coziera; y siendo assi que en el camino me havia dicho el Sr Ansa, que era para él una comida muy regalada, y que le quadraban mucho, despues no quiso comer de ella ni siquiera probarla por instancias que le hize, escusandose con decir que no era comida que él apeteciera, y que temia le hiciesse daño: y no era sino que no la quito probar porque me la havian dado a mi, porque era estilo suyo, que cosa que fuesse mia, ó que me diessen á mi, la despreciaba, y desechaba, y mas antes queria que se perdiesse, como me sucedio con una talega de gigote preparado que yo llevaba, y por su respecto no me sirvió; con una codorniz y un pato que me regalaron los Soldados; con un pedazo del pescado Tollo que me dieron en el Puerto dulce; y con unos quessos que me dieron en San Gabriel. Oy despues de parar logramos ver las Yslas de la Canal, que hasta ahora ni á la ida, ni á la buelta las haviamos podido ver claramente, sino muy en confuso y poco, por causa de las neblinas, que son en este mar muy continuas. Con esta ocasion las demarqué segun la fachada que hacian desde este parage de la Assumpta, y es la que aqui pongo: y observé que mirando al sur desde dicho parage, la Ysla mas grande, que es la de la Santa Cruz caia al sudoeste, y las demas se venian siguiendo de ella hasta el sur; y advierto que todas estas Yslas estan unas seys u ocho leguas dentro de la mar, y son las que forman la Canal.

Saturday, April 27, 1776 EN -- Dia 27. Sabado. Salimos del Rio de la Assumpta á las seys y quarto de la mañana, y á las cinco y media de la tarde paramos en el parage del Agua escondida, en el qual paramos de ida dia 22. de Febrero, haviendo caminado unas diez y ocho leguas. Oy salimos de la Canal al principio de la jornada, y antes de subir la cuesta nos detuvimos un poco en el ojito de agua, que hay al pie de ella, cerca el qual esta un manantial de brea, como dixe dia 23. de Febrero. En la sierra hallamos despobladas las rancherias que vimos á la ida, cuyos Indios se havian mudado, porque como este año llovio poco, se havian secado sus aguages, y estaba ya la tierra muy seca y grietada. Desde que entramos en aquellas tierras experimentamos las pulgas; pero en estos dias fue con excesso, de modo que en qualquier parte que nos parassemos todo herbia en pulgas, y muy hambrientas. No hay tierra que no tenga su plaga, y aquella tiene la de las pulgas.

Sunday, April 28, 1776 EN -- Dia 28. Domingo. Dixe missa. Salimos del Agua escondida á las siete de la mañana, y á las cinco de la tarde paramos en el Rio de Porciuncula, haviendo caminado unas catorze leguas. Luego que paramos, el Sr Ansa mandó á los quatro Soldados, que havian venido de Monterey con el P. Cambon, y se havian venido con nosotros, porque el Sr Ribera les mandó que passassen adelante, que fuessen á San Gabriel, y saludassen de su parte al Sr Ribera, que llegó á aquella Mission el dia antes, sabado á medio dia, y le diessen un recado atento avisandole y diciendole que él mañana llegaria alla. Despues me dixo el Sr Ansa, que tenia intencion de parar en su tienda fuera de la Mission, porque estando hospedado en ella el Sr Ribera, no queria exponerse á que le hiciesse algun otro desayre; que él no lo hacia por los Padres, sino por evitar algun lance, y tal vez ruidoso, que podria ofrecerse concurriendo en ella con el Sr Ribera: y aun que procuré dissuadirselo, por la nota que podria causar esto, no pude por entonces conseguir que mudasse de intento; aunque despues conoci, que tenia razon, y que fue mejor que lo hiciesse de este modo, porque de lo contrario sin duda huviera sucedido algo, que tal vez huviera sido peor, y aun puede ser que huviessen llegado á las manos por la enemiga que havia entre los dos, segun lo que vimos despues, y sucedió, como dixe mañana.

Monday, April 29, 1776 EN -- Dia 29. Lunes. Salimos del Rio de Porciuncula á las seys y quarto de la mañana, y á las ocho llegamos á la Mission de San Gabriel, haviendo caminado dos leguas. En esta Mission estaba el Sr Comandante Ribera, pero ni salió á saludarnos quando llegamos, ni se vió con el Sr Comandante Ansa en los dias que aqui nos detuvimos. En el camino empezé á persuadir al Sr Ansa que fuesse á parar á la Mission, ó á lo menos que fuesse á ella á apearse; y por fin quedamos en que se apearia en la Mission, y que si el Sr Ribera salia á recibirnos, y se manifestaba algo humilde y humano, olvidaria todo lo passado, y se hospedaria en la Mission, y hablaria tambien con el Sr Ribera: pero si el Sr Ansa es tiesso, mas tiesso se manifestó el Sr Ribera en esta ocasion. Llegamos pues á la Mission, y nos apeamos en ella; y aunque el Sr Ribera mandó á los soldados que se formassen, y disparassen sus escopetas á nuestra llegada, como se acostumbra por alli, él se estuvo metido en su quarto oyendo los tiros y los repiques sin querer salir. El Sr Ansa, no obstante esto, se estuvo en la Mission como media hora, dando este tiempo para ver si el Sr Ribera hacia alguna demonstracion; pero viendo que no salia de su quarto, ni se dexaba ver, me dixo: Padre mio, yo voy á executar lo que le tengo dicho, porque ya ve Vuessa Reverencia el porte de este hombre, y á lo que me expongo si me quedo aqui: Dixele que tenia mucha razon, y que ya convenia en su dictamen: y luego mandó poner su tienda algo apartada de la Mission y se fue á hospedarse en ella. Despues que se fue, conoci aun mas claramente que estuvo muy en su lugar la determinacion del Sr Ansa, con la qual se evitó algun ruido mayor que pudiera haver sucedido: pues aunque el P. Paterna, como aficionado al Sr Ribera, havia querido colorear la cosa diciendo que el Sr Ribera no havria salido porque estaba muy ocupado escriviendo, y pretendia ocultarme la proposicion que dixo, y su animo; con todo supe de cierto como el Sr Ribera havia dicho, que en llegando el Sr Ansa á la Mission no saldria del quarto ni para comer, por no concurrir con él: y esto bien creible se hace, y assi lo crei yo, por la prueva que dió de su animo; pues avisandole el P. Cruzado que ya llegabamos, para que saliera, ni le respondió palabra, ni se movió, y por consiguiente ni salió á vernos quando llegamos, ni yo, que me hospedé en la Mission, le vi la cara hasta medio dia, que nos sentamos á la mesa, y entonces me saludó muy por encima sin decirme mas palabras que: Dios guarde á usted; y ya no gastamos mas razones, y se le conocia muy bien su pecho colerico por lo taciturno y encendido que estaba. Y advierto, que quando fueron á avisarle para ir á comer, preguntó si estaba alli el Capitan Ansa, y haviendole respondido que nó, que se havia ido á parar á su tienda entonces salio de su quarto y vino á comer, muy satisfecho de su conducta.

Tuesday, April 30, 1776 EN -- Dia 30. Martes. Nos detuvimos en esta Mission, y se hablaron los dos Sres Comandantes por escrito tratando sus negocios, de oficio, y gastando papel, el uno desde su quarto, y el otro desde su tienda, con su Soldado de posta cada uno, manteniendose assi sin verse las caras: y el Sr Ribera muy satisfecho de si mismo, y tan entonado conmigo, que saludandolo yo esta mañana, que passe por delante la puerta de su quarto en la qual estaba, me dexó passar sin responderme ni mirarme.